15 de marzo de 2023

A dark-eyed junco singing in Green Lake Park.
Un junco ojos negros canta en el Parque Green Lake.

Cuando dejé Montana, cubierta en nieve, hace unos días para visitar a amigos en Seattle, Washington, fue una repentina transición desde las profundidades del invierno hasta la intensidad de la primavera. Hoy, el sol matutino está haciendo que las ramas plumosas de las tuyas gigantes (Thuja plicata) brillen suavemente con color verde. Ilumina un junco ojos negros (Junco hyemalis), trinando con euforia del sauce al borde del lago. En todas partes de Seattle, los dientes de león (Taraxacum) están emergiendo como manchas brillantes de luz solar entre los pastos.

An American wigeon grazing on the lawn at Green Lake Park.
Un pato chalcuán pasta en el césped.

En medio de esta ciudad animada, el Parque Green Lake es un oasis de agua y plantas, tarareando con humanos y aves. Hay gente andando, corriendo y empujando cochecitos a lo largo del camino pavimentado que rodea este lago urbano. Patos chalcuán (Mareca americana) y gansos canadienses mayores (Branta canadensis) pastan en los céspedes. Gorriones cantores (Melospiza melodia) cantan desde las totoras (Typha) y las zarzas himalayanas (Rubus discolor) cerca de la orilla, y reyezuelos corona amarilla (Regulus satrapa) revolotean entre las ramas de los ayarines (Pseudotsuga menziesii), cazando minúsculos invertebrados.

Hace unos días que los reyezuelos matraquita (Corthylio calendula) empezaron sus cantos primaverales acá. Ahora podemos escucharlos en todos lados del parque, las ceceadas notas iniciales del canto transformándose de repente en un animado crescendo.

Conectando con las aves

Roniq Bartanen discusses scaup identification at Green Lake Park.
Roniq Bartanen habla sobre la identificación de los patos boludos en el Parque Green Lake.

“Hace rato que ha sido primavera para las aves,” dice Roniq Bartanen. 

Roniq, una guía profesional a las aves (aprende más sobre su trabajo acá), ha mirado las aves en Green Lake desde hace años. Hoy soy uno entre más de 20 personas que la están acompañando a ella en la excursión mensual gratuita que está guiando acá. Es una de las varias excursiones regulares que coordina el grupo las Aves Conectan Seattle. Esta organización – que visualiza y propone “ciudades donde las aves y la gente florezcan” – recientemente cambió su nombre, que previamente era Seattle Audubon. El nuevo nombre enfatiza todas las maneras en las que las aves nos conectan a otras personas, al paisaje cerca de nosotros y al resto del mundo.

Red-flowering currant (Ribes sanguineum).
El grosellero rojo (Ribes sanguineum).

En el Parque Green Lake, las plantas también nos están contando sobre la conexión con las aves. El grosellero rojo (Ribes sanguineum) está en plena floración, los manojos de flores de rosa profunda contrastando con las hojas texturizadas que ya se están desplegando. Roniq dice que, en este ecosistema litoral, el grosellero está entre las más tempranas de las plantas nativas en florecer. En su jardín, el grosellero ya ha estado floreciendo por un mes. Los colibríes cabeza roja (Calypte anna) – los cuales se quedan en Seattle a lo largo del invierno – a menudo visitan estas llamativas flores rosas. En poco tiempo, los altamente migratorios zumbadores canelos (Selasphorus rufus) van a unirse con los colibríes cabeza roja cerca de los groselleros cuando los zumbadores – viajeros de larga distancia – regresen de sus hogares invernales en México.

Más señales de la primavera

A great blue heron, with its breeding-season feather plumes, at Green Lake Park.
Una garza morena con las plumas ornamentales de la estación reproductiva.

Durante nuestra caminata, vemos señales de la primavera en todos lados. No sólo consisten en las flores de los dientes de león o los groselleros rojos. También vemos un par de sastrecillos (Psaltriparus minimus) empezando a construir su nido colgante, que se parece a un calcetín, en una tuya gigante. Una garza morena (Ardea herodias) que vadea en los bajíos muestra las largas plumas ornamentales de la estación reproductiva. En algún momento, veo un carbonero cabecinegro (Poecile atricapillus) desapareciendo en el extremo de una rama en descomposición de abedul, donde parece que tiene su nido.

“Esta es la temporada en la que las hormonas están altas, así que las aves están moviéndose de prisa… uno persigue al otro; construyen sus nidos,” dice Roniq.

Es una temporada emocionante para estar acá, compartiendo el asombro de la estación.

Me encuentro yendo a la zaga tras la mayor parte del grupo, yo fácilmente distraído por conversaciones y tantas aves. Estoy con algunas personas, andando despacio, cuando vemos una colibrí cabeza roja hembra haciendo algo que me sorprende. Ella se cierne en el aire cerca de un enredado parche extendido de zarzas himalayanas cerca del borde del agua. Mientras la miramos, ella se mueve metódicamente de una hoja a la siguiente, sondando los bordes de las partes inferiores con su pico delgado.

El misterio del colibrí cabeza roja

The Anna's hummingbird probing Himalayan blackberry leaves.
El colibrí cabeza roja sonda las hojas de una zarza himalayana.

Los colibríes son bien conocidos por alimentarse con néctar de las flores… pero las zarzas aún no están cerca de florecer. Entonces ¿qué hace ella?

Ya sé que, además de libar néctar, estas aves miniaturas también se alimentan de una variedad de insectos. ¿Podría ser que ésta esté encontrando unas criaturas minutas para comer en la zarza? Seguimos mirándola con curiosidad mientras que se cierne ágilmente y entonces avanza para sondar otra hoja de zarza. Es claro que ella está encontrando algo que le interesa.

“[Ella] literalmente está yendo de una hoja a la otra, revisando todo,” dice Ross McLane, uno de mis compañeros de pajarear hoy.

Ross sigue mirando el colibrí mientras saco mi cámara y logro tomar unas fotos de su comportamiento. Después de pocos minutos, ella vuela adelante, y me acerco a las zarzas para examinar las hojas.

Las zarzas

Himalayan blackberry (Rubus discolor) at Green Lake Park.
La zarza himalayana (Rubus discolor) en el Parque Green Lake.

Las zarzas himalayanas (Rubus discolor) originalmente vinieron a Seattle cerca de 1900, después de que Luther Burbank, un cultivador de frutas, las trajo a California. Él esperaba crear una nueva industria cultivando frutas para el mercado de envío. Las zarzas – a las cuales Burbank les dio el apodo “himalayana” como una estrategia de comercialización (realmente son autóctonas a Armenia e Irán) – se volvieron muy exitosas. Se extendieron por áreas naturales a lo largo de la Costa Pacífica e incluso cerca de Seattle, ofreciendo sus sabrosas frutas grandes a todos que quisieran cosecharlas. Pero el éxito de las zarzas también implicó algunas desventajas. Sus tallos terriblemente espinosos, los cuales pueden hacer un arco más alto que mi cabeza, han desbancado muchas de las plantas nativas que una vez crecían acá.

En el Parque Green Lake, un grupo que se llama la Green Seattle Partnership está activamente manejando la zarza himalayana. Remueve la zarza manualmente y replanta especies nativas, tales como la vara de oro (Solidago) y el grosellero rojo.

Para aprender más sobre las zarzas y el trabajo de restauración, entrevisté a Ash Lehto. Ella trabaja como Coordinadora de Gestión para la organización sin fines de lucro Forterra y participa en la colaboración de Green Seattle.

“Nuestra relación con la zarza es muy compleja en la comarca de Seattle,” me dijo.

Una planta complicada

Thimbleberry (Rubus parviflorus), one of the native plants whose tasty fruits offer similar benefits to those of Seattle's blackberries.
Rubus parviflorus, una planta nativa cuyas sabrosas frutas ofrecen beneficios similares a las de las zarzas de Seattle.

Por una parte, la zarza actúa como un “matón,” creciendo tan rápidamente y formando matorrales tan densos que suele desplazar otras especies. Por otra parte, es una planta popular para la vida silvestre. Provee abrigo para los conejos. Logra crecer en algunos de los lugares menos hospitalarios de Seattle. Y no sólo son los conejos que la zarza mantiene.

“A las aves les gustan mucho estas plantas – las flores y las frutas,” me dijo Ash.

Por eso, cuando el grupo Green Seattle decide remover un parche de la zarza himalayana, se concentra en reemplazarlo con plantas nativas que ofrecen ventajas similares. (Estas plantas nativas también proveen un hábitat mucho mejor para los insectos nativos.) Entre esas plantas nativas, Ash menciona que las frambuesas Rubus spectabilis y Rubus parviflorus ofrecen frutas veraniegas para la gente y la vida silvestre. Las frutas de la perlita (Symphoricarpos albus) permanecen por el invierno, ofreciendo entonces alimento para las aves. Entretanto, especies como el grosellero rojo ofrecen flores primaverales para los colibríes y las abejas.

Sin embargo, la restauración no sólo tiene que ver con las frutas y las flores. Para alimentar las aves, los insectos son esenciales. Y para mantenerlos, necesitamos las plantas nativas. Ed Dominguez, naturalista principal en el Seward Park Audubon Center y otro colaborador de Green Seattle, me contó más sobre cómo restaurar el hábitat para aves en los parques urbanos de Seattle.

“Las plantas indígenas son las que escogen los insectos,” reiteró. Y, otra vez, los insectos son un alimento crucial para las aves migratorias y reproductivas.

Entre sus plantas favoritas para la restauración están la avellana (Corylus cornuta), la Oemleria cerasiformis, la Gaultheria shallon y el jengibre silvestre (Asarum caudatum).

El comportamiento del colibrí cabeza roja

The Anna's hummingbird visiting the Himalayan blackberries leaves.
El colibrí cabeza roja visita las hojas de la zarza himalayana.

En el Parque Green Lake, remover muchas de las zarzas poco a poco va a beneficiar la diversidad de plantas – y las aves e insectos. Pero mientras tanto, este colibrí está mostrando mucho interés en el parche de zarza. ¿Por qué?

De cerca, las hojas de la zarza himalayana son ásperas, como lija. Las partes inferiores son más pálidas, con unas espinas curvadas ubicadas a lo largo de la vena media. Cuando levanto una hoja para verla más atentamente, el sol brilla por ella, iluminando un patrón intrincado de venas reticuladas.

¿Cazaba el colibrí áfidos? me pregunto. Pero cuando reviso las partes inferiores de las hojas, no veo ni áfidos ni otros insectos ni nada más que llama la atención. El misterio permanece.

The underside of one of the Himalayan blackberry leaves where the Anna's hummingbird was probing.
La parte inferior de una de las hojas de la zarza himalayana en la que el colibrí cabeza roja investigaba.

Cuando alcanzo al resto del grupo, le pregunto a Roniq sobre el comportamiento del colibrí. ¿Ella ha visto algo así antes?

Además de mi idea de que el colibrí tal vez cazaba insectos, Roniq sugiere que podría ser que recogía telarañas. Los colibríes cabeza roja a menudo usan telarañas – junto con líquenes y musgos – para construir sus nidos, me dice ella. Y para estas aves que viven todo el año en el Pacific Northwest, la estación reproductiva ya está acá.

“Los colibríes cabeza roja anidan más temprano en el año que muchas otras aves – han estado anidando desde febrero,” explica Roniq. 

Anidando temprano en el año

The Anna's hummingbird on the nest in the alder in Schmitz Park.
El colibrí cabeza roja en el nido que hallé en el aliso en el Parque Schmitz.

De hecho, incluso durante mi visita corta a Seattle, la anidación de los colibríes ya se ha vuelto un tema común. Hace unos días que hallé un nido en el Parque Schmitz de West Seattle, un parche urbano del bosque antiguo que ha sobrevivido un siglo y medio de tala y edificación. Ese día, fue el movimiento que me mostró el nido. Vi un pequeño destello de verde mientras el colibrí zumbó desde una rama hacia el suelo forestal. Miré atentamente mientras que ella levitó otra vez hacia el dosel. Entonces, de repente, el movimiento se detuvo. Y donde ella se paró estaba su nido, una diminuta taza de musgos y líquenes sobre la rama suavemente inclinada de un aliso.

Hoy, después de que Roniq menciona las telarañas, echo otro vistazo a mis fotos de ese nido. Y ya que estoy mirándolo con atención, puedo ver el reflejo de la seda de araña que esta hembra ha tejido por el muro de su nido.

Male Anna's hummingbird.
Un colibrí cabeza roja macho.

Mientras he empezado a conocer las plantas y criaturas de los espacios urbanos de Seattle, ha resultado que los colibríes cabeza roja – así como las zarzas himalayanas – me están acompañando frecuentemente. Estas pequeñitas aves iridiscentes se han vuelto residentes queridos de los vecindarios y jardines de Seattle. (Si ves un colibrí en esta ciudad en pleno invierno, antes de que los zumbadores canelos regresen en marzo o abril, es muy probable que sea de esta especie.) Pero sorprendentemente, estos colibríes – como las zarzas vigorosas que se tumban por el Parque Green Lake y que les dan la bienvenida a los conductores a lo largo del I-5 – han llegado más o menos recientemente.

Adaptándose al paisaje urbano

A male Anna's hummingbird visits willow (Salix sp.) flowers in Union Bay Natural Area.
Un colibrí cabeza roja macho visita las flores de un sauce (Salix sp.) en el Área Natural de Union Bay.

Los colibríes cabeza roja llegaron a Seattle en los años 1960. Originalmente eran aves de la región costera de California, donde solían comenzar a anidar cuando las lluvias al fin del invierno impulsaban la floración de los groselleros locales (Ribes spp.). Pero con el crecimiento de ciudades a lo largo de la Costa Oeste, estos colibríes de cuatro gramos empezaron a descubrir que los vecindarios urbanos eran un sustituto aceptable al chaparral del sur de California. Donde las casas, comederos de colibríes y jardines habían reemplazado los bosques antiguos, los colibríes cabeza roja empezaron a acostumbrarse al paisaje urbano del Noroeste costero. Ahora los colibríes cabeza roja, así como la zarza himalayana, son una parte bien establecida del paisaje urbano de Seattle.

Looking at the Anna's hummingbird nest in Green Lake Park.
Mirando el nido del colibrí cabeza roja en el Parque Green Lake.

Sólo media hora después de ver el colibrí cabeza roja sondando las hojas de la zarza, hallamos el primer nido de colibrí de este día. Otra vez, son los movimientos de la hembra que nos lo muestran, una taza pequeñita sentada sobre una rama horizontal de un pino blanco. Ella se queda brevemente en el nido y luego se va. Al otro lado del camino pavimentado, hay 22 pajareros con los binoculares y cámaras levantados. Por un momento olvidamos todo lo demás mientras miramos boquiabiertos al nido diminuto. Estamos asombrados por la magia de la primavera.

Nidos bien escondidos

The Anna's hummingbird nest in the white pine.
El nido del colibrí cabeza roja en el pino blanco.

El nido se esconde muy bien – hasta de personas con los ojos agudos – una pequeña taza sobre la rama del pino blanco.

“Lo veo ahora, pero me tomó mucho tiempo hallarlo,” dice Rayne Wilder.

Los lados del nido son peludos con lo que parece ser plumón de totora, mezclado con musgos, líquenes y el destello revelador de las telarañas. Si no hubiéramos visto el movimiento del colibrí, habríamos andado adelante completamente ajenos a la presencia del nido.

“Me asombra que sea tan pequeño,” dice Ross McLane. “No puedo imaginarme que haya bebés adentro.”

Más adelante en la caminata, alguien se da cuenta de otro colibrí cabeza roja. Esta hembra aún está en el proceso de construir su nido, llevando materiales a la rama grande de un ayarín. Es tentador seguir mirándola: la construcción de un nido es un proceso fascinante. Pero también es un tiempo muy sensible para las aves, y Roniq nos anima a seguir adelante y dejarla en paz.

“Estamos en sus territorios, no están en los nuestros,” ella nos recuerda.

Resolviendo el misterio del colibrí cabeza roja

Green Lake Park.
El Parque Green Lake.

Ha sido una mañana increíble en Green Lake, llena de la euforia de la primavera. El aire ha estado lleno de las melodías de los gorriones cantores y los efervescentes trinos esporádicos de un saltapared cholino del oeste (Troglodytes pacificus). Pero el rompecabezas del colibrí cabeza roja en las zarzas permanece. ¿Qué hacía ella?

A male Anna's hummingbird.
Un colibrí cabeza roja macho.

Leo más sobre los colibríes cabeza roja en Birds of the World, una maravillosa fuente en línea llena de minuciosos detalles sobre la biología de las aves alrededor de nosotros. En términos de cazar insectos, aprendo que es más o menos común ver estas aves pequeñas atrapando jejenes en pleno vuelo. También son conocidos por visitar telarañas para robar los insectos atrapados allá. Y en un estudio de California, los investigadores notaron que los colibríes cabeza roja cazaban mosquitas blancas (Aleyrodidae) en las hojas de las zarzas desde abril hasta medio verano.

Entonces, ¿la hembra que vimos estaba cazando mosquitas blancas o áfidos, recogiendo telarañas para un nido o haciendo algo completamente diferente? Finalmente, sin observar directamente lo que recogía, no podemos resolver esta pregunta con certeza.

Pero cuando le menciono el colibrí a Ed Dominguez, me dice que ha visto comportamientos parecidos. Ed cree que ella probablemente estaba recogiendo telarañas – o talvez cazando las propias arañas.

“Las arañas son un manjar para ellos,” me dice.

Él a menudo ve arañas bajo las hojas de las zarzas himalayanas. ¿Áfidos? No tanto. Y cuando lo pienso más, eso tiene sentido. La mayoría de las más de 4.000 especies de áfidos en el mundo son especialistas en plantas particulares. Por eso, cerca de Seattle, es más probable que veamos estos áfidos especialistas en las plantas nativas con las que han coevolucionado.

Chispas de curiosidad

Sólo duró unos momentos. Fue un misterio cotidiano: en un matorral de zarza en medio de una ciudad masiva, un colibrí cabeza roja hacía algo que yo no entendí. Esta chispa de curiosidad me llevó a algunas conversaciones encantadoras e informativas con unos de los naturalistas excelentes de Seattle. Me llevó hacia más preguntas – y, al final, hacia un vistazo del baile complejo entre una zarza no nativa, un colibrí casi nativo, algunas arañas inadvertidas, algunos áfidos ausentes y los matices de los esfuerzos para restaurar plantas nativas en Seattle. El rompecabezas del colibrí en las hojas de zarza me recordó – así como los nidos bien escondidos a lo largo del camino concurrido en Green Lake – que el mundo es complicado y maravilloso. Y por darnos cuenta de las criaturas cerca de nosotros, podemos conectarnos con este asombro – y con otra gente.

Entonces, la próxima vez que estés cerca de los colibríes cabeza roja y las zarzas, mantén los ojos abiertos. Está atento a colibríes buscando comida. Revisa en las hojas señales de telarañas o insectos minúsculos. Y, si quieres, dime lo que ves.

Leer más

Ciudad de Seattle. (sin fecha). Green Lake vegetation management guidelines. Recuperado de https://www.seattle.gov/documents/Departments/ParksAndRecreation/PoliciesPlanning/Vegetation%20Management%20Plans/GreenLakeVMP.pdf

Clark, C.J. & Russell, S.M. (2020). Anna’s hummingbird (Calypte anna), version 1.0. En Birds of the World (A.F. Poole, ed.). Ithaca, NY: Cornell Lab of Ornithology. Recuperado de https://doi.org/10.2173/bow.annhum.01

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Healy, S. & Calder, W.A. (2020). Rufous hummingbird (Selasphorus rufus), version 1.0. In Birds of the World (A.F. Poole, ed.). Ithaca, NY: Cornell Lab of Ornithology. Recuperado de https://doi.org/10.2173/bow.rufhum.01

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Peccoud, J., Simon, J., von Dohlen, C., Couer d’acier, A., Plantegenest, M., Vanlerberghe-Masutti, F., & Jousselin, E. (2010). Evolutionary history of aphid-plant associations and their role in aphid diversification. Comptes Rendus Biologies 333(6-7):474-487. Recuperado de https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1631069110001095

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