

5 de junio de 2025, Condado de Chouteau, Montana, EU. Las alondras cornudas (Eremophila alpestris) suenan como campanitas en el cielo antes del amanecer. La noche índigo cede a rosa sobre la silueta distante de las Montañas Bears Paw. Mastico un pan estéril con arándanos mientras el reloj se acerca a la hora señalada. Las 4:49 a.m. Media hora antes del amanecer.
Eres lo que comes, así va el dicho. Soy una planicie de trigo que se extiende hasta el horizonte, líneas de trigo cortadas por tractores masivos, aire matutino húmedo pesado por el dulce olor metálico de las agroquímicas. La pradera ha desaparecido. La tierra ha sido convertida en una cuadrícula de trigo, inmensos cuadrados verdes del cultivo de este año e inmensos cuadrados marrones en barbecho químico. Ni un cardo se atreve a crecer ahí.
No todo el paisaje es trigo, desde luego. Están los setos donde unos árboles protegen una casa de la fuerza del viento. Algunos están cuidados con orgullo, las lilas floreciendo, el césped cortado, los cobertizos recién pintados, la bandera alzada. Otros son los vestigios de otra época, las ventanas no más con vidrio, los techos hundidos—recuerdos de un tiempo antes de que la agricultura se pusiera industrial.
El trigo y la pradera

Los campos de trigo me cautivan—la simplicidad, las líneas rectas, la gran escala, los tractores y fumigadoras enormes, los cubos plásticos de pesticida. Pradera convertida en fábrica de pan.
Pero la pradera siempre trata de entrar en los bordes. Este cielo extenso, tan grande como el mundo, tan vivo con nubes y colores. La romaza (Rumex venosus) y la verbena (Verbena bracteata) que crecen en las gravillas al lado del camino. Y ahora, antes del amanecer, el paisaje se parece más a pradera que a cultivo mientras las alondras cornudas tintinean por todos lados.
Preparado, listo, a contar aves

Ya son las 4:49 a.m. Es hora de contar aves. Es mi séptimo año de hacer esta ruta del Conteo de Aves en Reproducción, una de más de 4000 rutas a lo largo de Estados Unidos y Canadá que hacen voluntarios como yo una mañana cada verano. Para muchas especies de aves que se reproducen en Norteamérica, este Conteo es nuestra mejor herramienta para observar cambios en sus poblaciones año tras año.
La pajarera montanense Harriet Marble empezó esta ruta del Conteo en 1979 y la hizo anualmente durante los siguientes 37 años. Cada junio pienso en ella mientras sigo sus pasos.
Ya tengo todo listo. Tengo mi cuaderno en la mano, el letrero del Conteo está pegado al parte trasera de mi carro. Mientras las alondras cornudas tintinean y la pradera trata de entrar en los bordes del trigo, pongo un alarma para tres minutos. ¡Ya!
Aves en el trigo

Por tres minutos, trato de escribirlo todo: cada alondra cornuda que yo vea o escuche, cada pradero del oeste (Sturnella neglecta), cada huilota común (Zenaida macroura) y escribano pico grueso (Rhynchophanes mccownii), perdiz pardilla (Perdix perdix) y zarapito pico largo (Numenius americanus), cada pato golondrino (Anas acuta) y tordo sargento (Agelaius phoeniceus). Sin moverme de este lugar, estoy tratando de contar cada ave que esté al alcance del oído y todas las que pueda ver dentro de 400 metros.

El alarma de tres minutos suena. Me subo al carro, pongo el siguiente punto en mi GPS y manejo rápido hacia él, 800 metros más adelante por el camino. La ruta del conteo consiste en 50 puntos, tres minutos de escuchar intensamente y buscar aves por cada uno. Para las 9:30 a.m. voy a estar al final, una comunidad de aves grabada en mi cuaderno. Alondras cornudas y escribanos pico grueso desde los campos marrones en barbecho químico donde nada crece, un papamoscas llanero (Sayornis saya) desde el seto cerca de una casa. Patos golondrinos y un tordo cabeza amarilla (Xanthocephalus xanthocephalus) desde un charco en medio de un campo. Gaviotas de Franklin (Leucophaeus pipixcan) gritando mientras me van sobrevolando en parvadas pequeñas. Aves en el trigo.
Campos de trigo y aves desaparecidas

Cada año, me pregunto cómo están estas aves. Me lo pregunto sobre las alondras cornudas y escribanos pico grueso que cantan con tanta energía desde los campos de trigo. Cada año los encuentro acá. ¿Están prosperando, o están muriéndose invisiblemente por agroquímicas? ¿Contraen las alondras cornudas cáncer como nosotros? ¿O no le importa el cáncer a un ave que tiene una vida tan corta? Me pregunto sobre el bienestar de las especies las cuales solamente encuentro en los pastizales y parches de artemisa (Artemisia spp.), los lugares donde aún queda un poco de la pradera. Los escribanos collar castaño (Calcarius ornatus), gorriones de Brewer (Spizella breweri) y gorriones alas blancas (Calamospiza melanocorys)—¿seguramente había más antes de que llegara el trigo?

En Parada 19, una agricultora me pasa manejando mientras estoy haciendo mi conteo. Me saluda agradablemente, demasiado educada para preguntarme qué chingados estoy haciendo, parado aquí con binoculares. Unos tordos sargento cantan desde una depresión húmeda en el campo.
En Parada 36, un gorrión alas blancas desciende del cielo como un helicóptero exuberante, aterrizando en un poste al lado de un pastizal. Gramíneas y matas de artemisa. La pradera, entrando en los bordes. Y con ella, el canto del gorrión alas blancas. Más allá de él, campos de trigo se extienden hacia el horizonte. No hay ningunos gorriones alas blancas ahí.
¿Pesticidas? ¿Pérdida de hábitat?

Cada año, la pregunta sobre la contaminación química me persigue, apareciéndose pesada en el aire como ese dulce olor metálico donde crece el trigo. Conteos estacionarios de tres minutos no dan la respuesta. Los escribanos pico grueso que anoto en mi cuaderno— ¿Están anidando con éxito? ¿Cómo los afectan las agroquímicas? ¿Son estos campos hogares felices o trampas mortales?

Con respecto a la pérdida de la pradera, las respuestas parecen ser mucho más obvias. Al laborear la pradera para sembrar trigo, desaparecen los gorriones alas blancas. Desaparecen los gorriones de Brewer y los tecolotes llaneros (Athene cunicularia). Permanecen las alondras cornudas, junto con los escribanos pico grueso y ese olor metálico en el aire. Permanece este cielo infinito. Se quedan los agricultores que saludan agradablemente a un desconocido fuera de lugar. Siguen tratando de sobrevivir en una economía que los tiene cultivando campos inmensos de trigo. Y una vez cada junio aquí estoy yo, comiéndome panes de trigo con arándanos y preguntándome qué significan estos campos para la vida en la Tierra.
Lonesome Lake

La noche anterior acampé al lado de Lonesome Lake—así se llama en inglés, la Laguna Solitaria—donde el trigo cede al humedal, donde miles de gaviotas de Franklin gritan mientras dan vueltas en el aire y aterrizan entre gallaretas americanas (Fulica americana) y patos coacoxtle (Aythya valisineria). Mientras observaba a estas gaviotas de la pradera pensé en mi abuela, como heredé su amor por las aves. No lo pensé mucho cuando ella aún estaba viva, pero ahora ver una nube de gaviotas o un barrizal lleno de aves playeras me hace pensar en ella, me conecta a cómo amó al mar y a toda la vida por sus orillas. Y aquí, al borde del trigo, las gaviotas de Franklin llevan el mar al verano de las Grandes Llanuras.
Mi abuela nació en 1924, cuando los gorriones alas blancas ya estaban perdiendo hábitat ante los campos de trigo pero antes de los tractores gigantes, antes de los insecticidas sintéticos, antes de que los agricultores tuvieran que hacer operaciones gigantes o caer en bancarrota. Durante la vida de mi abuela, aves de la pradera como los escribanos collar castaño decayeron vertiginosamente. Y tal como yo me como panes con arándanos, mi abuela se comía pan de trigo. La vida está llena de paradojas.
Panes con arándanos y campos de trigo

Por un lado del humedal, una parvada de monjitas americanas (Himanthopus mexicanus) está dando llamadas bruscas. La última vez que las escuché llamar así fue en Oaxaca este enero, entre los mangles en el borde del Océano Pacífico, pocos kilómetros lejos de la milpa y los árboles frutales del abuelo Teo. Allá la línea entre el campo y la naturaleza es mucho más suave, y el aire no tiene ese olor metálico. Tomo fotos de los campos de trigo para mostrárselas este invierno. Me imagino que va a tener curiosidad sobre un sistema de agricultura tan diferente, tan ajeno, tan industrial.
Allá voy a comer tostadas de maíz de milpas cultivadas a mano por entre la selva. Tal vez va a cantar un tinamú canelo (Cryturellus cinnamomeus) al atardecer. Hay más de una sola manera de cultivar comida. Pero por ahora, subsisto con panes estériles de trigo con arándanos: soy una planicie de trigo que se extiende hasta el horizonte, hasta el borde de Lonesome Lake donde lloran las gaviotas de Franklin. La pradera ha desaparecido, pero siempre está tratando de entrar en los bordes.
Epílogo

Los escribanos collar castaño y escribanos pico grueso están entre las aves con los declives más empinados en Estados Unidos, según el reporte del Estado de las Aves de Estados Unidos en 2025. Los dos han perdido mucho más del 50% de sus poblaciones en los últimos 50 años. A la vez, se han disminuido mucho las poblaciones del gorrión alas blancas a lo largo de su distribución.
Así también con el gorrión de Baird (Centronyx bairdii)—una especie que Harriet Marble solía escuchar con regularidad en esta ruta, registrando más de una docena en los años pico de los 1990. Desde el 1998 en adelante, sin embargo, los gorriones de Baird han sido pocos o completamente ausentes en la ruta.
Sigue habiendo muchas preguntas sobre cómo el uso de los insecticidas y herbicidas afecta a las aves en lugares como el Condado de Chouteau. Sin embargo, las investigaciones que se han hecho hasta el momento señalan que las pérdidas continuas de la pradera ante la agricultura intensiva (en vez del uso de pesticidas en sí) son el mayor impulsor de los declives en las aves de la pradera.
Estas pérdidas de la pradera también han afectado al área de Lonesome Lake. Reporta Harriet Marble que por muchos años los agricultores ponían algunos campos en el Programa de Reservas para la Conservación, que les paga para convertir los campos en pradera de nuevo, así conservando el suelo y el hábitat. Cerca de Lonesome Lake, el programa benefició a muchas aves de la pradera, pero las buenas noticias no continuaron. “Cuando se aumentó el precio del trigo, muchos agricultores dejaron el programa y araron el hábitat que una vez mantenía a tantos gorriones,” me escribió Harriet.
Ante la desaparición de los campos que estaban en el Programa de Reservas para la Conservación, los números de las aves de la pradera tales como el escribano collar castaño y el gorrión sabanero se han disminuido bastante. Y desde 2021 en adelante, no he escuchado a ni un solo gorrión de Baird en la ruta.
Leer más
Hill, J.M., Egan, J.F., Stauffer, G.E. & Diefenbach, D.R. (2014). Habitat availability is a more plausible explanation than insecticide acute toxicity for U.S. grassland bird species declines. PLOS One 9(5): e98064. https://journals.plos.org/plosone/article/file?id=10.1371/journal.pone.0098064&type=printable
North American Bird Conservation Initiative. (2025). The state of the birds, United States of America, 2025. https://www.stateofthebirds.org/2025/
Rodríguez, V. & Venegas. D. (2013, 12 de junio). El Conteo de Aves en Reproducción (Breeding Bird Surveys) en el Norte de México. Sonoran Joint Venture. https://sonoranjv.org/es/el-conteo-de-aves-en-reproduccion-breeding-bird-surveys-en-el-norte-de-mexico/
Sater, S. (2025, 1 de enero). El misterio del crepúsculo: las aves y la agricultura sustentable. Wild With Nature. https://wildwithnature.com/2025/01/01/el-misterio-del-crepusculo/
United States Geological Survey, Eastern Ecological Science Center. (2022). BBS trends 1966-2022. https://eesc.usgs.gov/MBR/



Harriet Marble y su media vida dedicada al conteo en esa ruta y tus conteos seguramente nos dan tendencias de la presencia y ausencia de las aves en su periodo de reproducción.
El precio del trigo allá motivo el abandono del programa para conservar terrenos con la pradera porque con esa tecnología extensiva los costos de producción son bajos y las oportunidades de vender crecen.
En México preparar una hectarea de trigo cuesta en promedio entre 35mil y 40mil pesos (2000 dólares) y la producción una vez cocechada esa hectárea tiene un precio en el mercado que no pasa de 25mil pesos.
El cultivo de trigo acá va en declive y la importación a la alza y probablemente sea el trigo de Montana el que se importa en México.
La aritmética y las aves son sensores de lo que sucede en el sistema. A las aves les afecta en sus rutas y en su reproducción. El panorama no es alentador Shane lamentablemente.
Hola Leo,
Muchas gracias por compartir tus pensamientos, muy difícil cuando la lógica del mercado choca con todo lo invaluable de la naturaleza y también la salud humana.
Un abrazo desde Montana, cuídate mucho amigo.