2 de febrero de 2023
Hace dos días que cayó más nieve. Esta mañana soleada, todavía cubre las ramas enredadas de los árboles del paraíso (Elaeagnus angustifolia). Estamos parados apenas dentro de un matorral denso en el Valle Misión del occidental de Montana, EE. UU. En este matorral, originalmente plantado para proveer hábitat para faisanes, las plantas foráneas dominan. Los árboles del paraíso forman un dosel espeso por encima. Matas apretadas de caragana (Caragana arborescens) forman un sotobosque arbustivo. Los tallos muertos del lampazo (Arctium minus) y cicuta (Conium maculatum) emergen de la nieve alrededor de nosotros.
“Hacen su profesión camuflarse,” dice Beth Mendelsohn.
Está hablando de los búhos cara canela (Asio otus) – y en concreto, el búho cara canela macho que está mirándonos desde un árbol del paraíso detrás de nosotros. Tiene una postura erguida. Sus penachos, que se parecen a ojos (pero realmente no los son), están parcialmente levantados. Beth es una bióloga investigativa que trabaja para el Instituto de Investigación de Búhos (ORI, por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro basada en Charlo, Montana. Esta mañana estamos en el campo con ella y Denver Holt, el fundador del ORI. Y como ya probablemente sospechas, considerando el nombre del instituto, estamos investigando los búhos.
Hábitat para búhos cara canela
Dos voluntarios, John Zardis y Jeremiah Thompson, nos acompañan hoy en este matorral de árboles del paraíso. Este lugar ofrece un hábitat prometedor para búhos cara canela, tanto en verano como en invierno. Los arbustos espesos aportan refugios para posarse y anidar, mientras los campos cercanos, ahora cubiertos en nieve, proveen oportunidades para cazar. Como muchas de nuestras aves rapaces del invierno, los búhos cara canela se alimentan frecuentemente de topillos. Y en el Valle Misión, hay topillos abundantes este año.
“Hay un montón de topillos,” me cuenta Beth.
Como muchos mamíferos pequeños, las poblaciones de topillos fluctúan de un año a otro. Los números altos de topillos este invierno parecen augurar un buen día para nuestra búsqueda – así como la presencia de este búho macho, mirándonos desde su refugio en el árbol del paraíso.
Sólo unos metros lejos de él, hay un nido en la forma de una plataforma, compuesto de palos, elevado entre las ramas del matorral. Los búhos cara canela no construyen sus propios nidos. Éste fue construido originalmente por urracas de Hudson (Pica hudsonia). Sin embargo, durante los últimos dos años, una pareja de búhos cara canela ha anidado acá.
Es bastante raro que estos búhos reutilizaran el mismo nido, mucho menos reutilizarlo dos veces. No obstante, acá hay un búho otra vez, posándose cerca del nido mientras otra primavera se acerca. ¿Sólo es coincidencia?
“Tal vez empiece a establecer un territorio,” dice Denver.
Posarse, anidar, vagar
Los búhos cara canela suelen posarse en grupo durante el invierno, usando matorrales como éste. Denver nos cuenta que él a menudo los encuentra posándose desde tres hasta seis pies sobre el suelo, en sitios donde ramas colgantes aportan buen refugio. Donde el hábitat es bueno, con bastante refugio y una abundancia de topillos, estos grupos pueden alcanzar un tamaño impresionante. Hubo un año en el que el ORI documentó 88 búhos cara canela en un solo grupo – un número alucinante – en un sitio en el occidente de Montana.
Cerca de marzo, los grupos invernales de búhos empiezan a deshacerse y los búhos van ocupando territorios de reproducción. Primero, un macho aparece cerca del nido. Luego, los dos sexos son evidentes en el área. Finalmente, la hembra empieza a incubar, acuclillándose bien escondida sobre la plataforma de palos. Mientras tanto, el macho sigue posándose cerca.
Denver Holt fundó el ORI en 1988. Desde entonces, el instituto ha anillado más de 2.000 búhos cara canela en los valles de la parte occidental de Montana. La anilla en la pata hace que se puedan identificar búhos individuales. Y a través de las décadas, el trabajo del ORI ha pintado una imagen detallada de nuestras poblaciones locales de estos búhos.
Los búhos cara canela son nómadas. Si bien algunos individuos de los grupos invernales se quedan para anidar cerca, otros prácticamente desaparecen. Hay poca continuidad de un año a otro en los individuos específicos que forman el grupo invernal. En términos humanos, se parecen más a dormitorios universitarios que a grupos locales para tomar café: cada año, la comunidad es diferente. Y algo semejante ocurre durante la estación reproductiva. Aunque algunos búhos cara canela sí anidan en la misma área de un año a otro, la mayoría nunca vuelve.
Desde Montana hasta Guanajuato
¿Qué tan lejos pueden vagar los búhos cara canela? Un búho anillado por el ORI en junio apareció en Guanajuato, México el siguiente mayo. Lamentablemente, fue encontrado muerto. Otro búho cara canela fue encontrado en Arizona. Sin embargo, es muy raro encontrar un búho anillado tan lejos. De los más de 2.000 búhos cara canela que el ORI ha anillado, han encontrado cerca de 500 otra vez en la parte occidental de Montana. El resto simplemente ha desaparecido.
Este día en el campo es una parte pequeña de un proyecto de investigación que ya lleva décadas. Hoy queremos entender cuántos búhos están usando estos matorrales. ¿Podemos hallar un grupo invernal de búhos? Vamos a registrar el hábitat cuidadosamente y contar los búhos acá. Si encontramos un conjunto grande, vamos a poner redes de niebla para tratar de capturar los búhos y anillarlos.
Este tipo de investigación implica una cierta cantidad de perturbación a los búhos – y como tal, se lo regula altamente. El ORI tiene todas las autorizaciones requeridas para atender a los búhos en sus lugares de estudio. Protegen con cuidado las ubicaciones de los conjuntos invernales de búhos para protegerlos de acoso.
El búho cara canela macho aguanta nuestra presencia por tal vez 30 segundos. Entonces despega y se va volando sobre nuestras cabezas. Desaparece silenciosamente en el matorral frente a nosotros.
¿Hay más búhos en el matorral? Es hora de descubrirlo. Nos colocamos en una hilera espaciada, así que cada persona apenas puede ver a la siguiente a través de las ramas apretadas. Denver está a un extremo de la hilera, justo fuera del matorral. Por tener una persona afuera, vamos a tener una mejor posibilidad de ver cada búho que asustemos.
Trepando por el matorral
Listos, ¡ya! Empezamos a caminar despacio por la caragana, tratando de mantener nuestra hilera recta. Nos agachamos bajo ramas y trepamos a través de aberturas estrechas. De vez en cuando, alguna rama parece intentar agarrarme el gorro o tira su carga de nieve sobre mi cuello. Mientras seguimos adelante, vamos revisando los enredos de ramas cuidadosamente, buscando búhos posándose o volando hacia adelante.
También miramos al suelo, buscando señales de su presencia. Mientras se posan, los búhos cara canela regurgitan egagrópilas del tamaño de un pulgar, llenas de pelaje y huesos. Estas egagrópilas se acumulan bajo los lugares donde los búhos se posan. Y cuando defecan, dejan estiércol blanco y calcáreo atrás – otra señal de su presencia.
La nieve reciente hace menos probable que vayamos a encontrar egagrópilas o estiércol. Y si bien estamos registrando el matorral cuidadosamente, el grupo invernal que esperábamos encontrar no aparece. Algunas veces, una sombra alada y silenciosa se materializa desde los arbustos y vuela adelante. Pero es muy probable que ésta sea solamente del mismo macho que nos miraba antes, desde el árbol del paraíso. Creemos que es posible que haya un segundo búho que estamos viendo, también, pero nunca logramos confirmar que hay más de uno.
Aunque el matorral es tan extenso que nos toma varias horas para cumplir nuestra búsqueda, no conseguimos hallar ningún grupo invernal. No obstante, la caminata por el matorral no resulta nada aburrida. Puede ser que este matorral no mantenga muchos búhos cara canela este invierno, pero una variedad de otras criaturas está haciendo su hogar acá.
Puercoespines, faisanes y gatos monteses
Me fijo en las ramas de cierto arbusto de caragana, que lucen blancas donde un puercoespín (Erethizon dorsatum) hambriento raspó la corteza con los incisivos. De vez en cuando, un faisán de collar (Phasianus colchicus) despega con un zumbido repentino de alas. Grupos pequeños de carboneros cabecinegro (Poecile atricapillus), chingolos arbóreos (Spizelloides arborea) y urracas de Hudson (Pica hudsonia) pían y graznan mientras trepamos por las ramas densas.
Los rastros de faisanes de collar entrecruzan el interior del matorral. El camino de algún coyote o zorro atraviesa entre los arbustos. Y aún más emocionante, las huellas de un gato montés (Lynx rufus) serpentean por ahí, entre las matas espesas de caragana y saúco (Sambucus cerulea).
En la nieve escasa al pie de un cierto arbusto, encuentro las alas de vuelo de un faisán de collar. Constituye otra escena en que un depredador ha atrapado su alimento. Hay algunas plumitas y plumones cerca, parcialmente congelados en el hielo. Los restos del faisán no son tan recientes – es claro que precedieron las huellas del gato montés. Pero mientras ese gato de nariz aguda pasó por acá, también se fijó en las plumas. Las huellas nos muestran que el gato montés anduvo directamente hacia el faisán muerto. Al no encontrar ningún alimento sobrante, siguió adelante. Me imagino el gato montés olisqueando las plumas por un ratito antes de marcharse.
¿Dónde están los búhos?
Pero ¿dónde están los búhos este invierno? Según Beth y Denver, un grupo grande ocupaba este matorral desde hacía varios años. Me pregunto si es posible que la nieve sea demasiado profunda actualmente, haciendo que sea difícil cazar los topillos por debajo de ella.
Es importante recordar, sin embargo, que buscar un grupo de búhos cara canela en estos matorrales es como buscar la aguja proverbial en un pajar. Si bien hemos registrado un matorral extenso hoy, esta área más amplia del Valle Misión está salpicada de muchos más matorrales de árbol del paraíso, caragana y sauce. Y cualquiera de esos matorrales podría contener un conjunto invernal.
“El estudio de búhos es muy divertido porque es bastante difícil. No hay mucha gente que lo hace, y hay mucho que aprender,” me cuenta Beth.
Ella señala algunos otros matorrales en esta área, los cuales no hemos podido registrar hoy. “Probablemente hay como 40 búhos posándose ahí.”
Esto no es el caso en todas las áreas. En partes del cercano Valle de Missoula, urbanizaciones extensas han reemplazado los matorrales y praderas donde los búhos cara canela solían vivir. Y aunque, cuando se trata de una especie errante como este búho, puede ser difícil distinguir entre la pérdida de hábitat y otros factores explicativos, las décadas de investigación por el ORI lo hace claro, en todo caso, que nuestras poblaciones locales de búho cara canela están en declive.
Vida en el matorral
Sin embargo, en el lugar donde estamos hoy, en el Valle Misión, el hábitat sigue pareciendo bueno para los búhos cara canela. Aún no hemos hallado un gran conjunto invernal este año – pero estamos muy seguros que sí hay uno en esta área, en algún lugar. Y mientras tanto, este matorral de árboles del paraíso y caragana está manteniendo a faisanes de collar, chingolos arbóreos, un gato montés errante y un puercoespín. Y fuera de la vista, escondido entre las ramas, sabemos que hay, por lo menos, un búho cara canela macho. Si tenemos suerte, tal vez vaya a quedarse y anidar acá.
Atención: La investigación de búhos implica una cierta cantidad de perturbación a estos pájaros, lo que es necesario para los estudios. El ORI tiene todas las autorizaciones requeridas para hacer estos estudios importantes, los que nos permiten entender y conservar mejor a estos animales enigmáticos y fascinantes. Si tienes interés en aprender sobre oportunidades como voluntario, por favor ponte en contacto con el ORI. Y si solamente estás pajareando por diversión y sucede que encuentras un búho cara canela, por favor sé respetuoso. Sigue el código ético de la Asociación Norteamericana de la Observación de Pájaros. Mantén tu distancia, no molestes los búhos y por favor no anuncies informaciones delicadas, tales como las ubicaciones de grupos invernales. Gracias.
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Celis-Murillo, A., Malorodova, M., & Nakash, E. (2022). North American Bird Banding Program Dataset 1960-2022 recuperado 14 de julio de 2022. Emisión de datos del U.S. Geological Survey. Recuperado de https://www.sciencebase.gov/catalog/item/632b2d7bd34e71c6d67bc161
Marks, J.S., Evans, D.L., & Holt, D.W. (2020). Long-eared Owl (Asio otus). En Birds of the World (S.M. Billerman, ed.). Ithaca, NY: Cornell Lab of Ornithology. Recuperado de https://birdsoftheworld.org/bow/species/loeowl
Marks, J.S., Hendricks, P. & Casey, D. (2016). Birds of Montana. Arrington, VA: Buteo Books.
Owl Research Institute. (n.d.) Research focus: long-eared owls. Recuperado de https://www.owlresearchinstitute.org/long-eared-owl-research
NOTA: Cuando primero publiqué esta historia, escribí (erróneamente) que el Instituto de Investigación de Búhos (ORI) ha encontrado de nuevo los búhos cara canela los que ha anillado solamente rara vez. De hecho, lo que es raro es que otros investigadores encontraran aquellos búhos de nuevo, de larga distancia. No obstante, el ORI ha encontrado cerca de 500 de estos búhos anillados otra vez, cerca de sus lugares de estudio. ¡Gracias a Beth Mendelsohn por esta corrección importante! Lamento el error.