
27 de abril de 2023

Si odias las arañas, tengo malas noticias para ti: el mundo está lleno de ellas. En solamente el Estado de Washington, EE.UU., hay por lo menos 970 especies. Pero a pesar de los prejuicios de muchas personas, ¡estas noticias realmente son buenas! De las 970 especies de arañas en Washington, solo una especie, la viuda negra norteña (Latrodectus hesperus), puede estar peligrosa para humanos. Y nuestras arañas increíblemente diversas—muchas del mismo tamaño de una cabeza de alfiler e ignoradas por casi todos—tienen un papel importante en las cadenas alimenticias terrestres, tanto comiendo literalmente toneladas de insectos como haciéndose alimentación para salamandras y aves.
Rod Crawford no es ningún ajeno a las arañas del tamaño de una cabeza de alfiler. Hace 52 años que estudia la fauna diversa de arañas en Washington. Rod es curador de arácnidos en el Museo Burke de la Universidad de Washington. Sus investigaciones implican coleccionar arañas desde hábitats diferentes a lo largo del estado, identificarlas y mantener la colección impresionante de arácnidos del Museo Burke. (Lee más sobre Rod y encuentra relatos de sus viajes para coleccionar arañas, en su sitio web.)
Hoy Rod y yo hemos estacionado al lado de una vía de gravilla dentro de un mosaico de bosque y parches de árboles talados. Estamos cerca de Oakville, Washington, aproximadamente 30 millas al suroeste de Olympia. Vamos a pasar el día coleccionando arañas aquí: una parte del esfuerzo en curso de Rod para llenar los vacíos en nuestro conocimiento de las arañas de este estado.

Las arañas y sus hábitats

Las arañas son depredadores generalizados, alimentándose de casi cualquier insecto u otra criatura pequeña que puedan cazar o atrapar en sus telarañas. ¿Cómo, entonces, logran 970 especies convivir en Washington sin competir por los mismos alimentos? Resulta que las arañas se especializan en los microhábitats diferentes donde viven y en cómo atrapan su presa.
Algunas arañas viven solo en los arbustos de artemisa (Artemisia spp.). Otras encuentran abrigo entre el follaje de las coníferas. Otras, increíblemente, se encuentran principalmente en piñas caídas. Y desde luego, otras especies son generalistas, ocupando un rango más amplio de hábitats.
Sus estrategias para cazar varían también. Muchas especies tejen telarañas, que van de parecerse a sábanas a parecerse a embudos. Otras, como las arañas lobo (la familia Lycosidae), persiguen su presa a través del suelo, moviéndose rápidamente con sus ocho patas.
El mosaico de bosque y caminos para la tala que hoy estamos buscando contiene cinco grandes microhábitats que podemos revisar para arañas.
“Los grandes hábitats aquí van a consistir en tamizando hojas caídas, tamizando musgo de los árboles, sacudiendo los helechos de espada en el sotobosque, coleccionando del césped y hierbas al lado de los caminos y sacudiendo el follaje de las coníferas,” Rod me dice.
Hay algunos otros lugares en los que podemos buscar si tenemos más tiempo. Las arañas lobo, esas cazadoras, corren por el suelo en áreas abiertas. Hay ciertas otras arañas que se esconden bajo madera en descomposición en el bosque. Por otra parte, también hay especies asociadas con humedales.
Las arañas de las hojas caducifolias caídas
Lo sigo a Rod mientras empieza a revisar el primer hábitat, la capa de hojas caducifolias caídas. Bajamos por una ladera donde alisos maduros (Alnus rubra) esparcen su sombra sobre un sotobosque de floreciendo Oxalis oregana y Dicentra formosa. Bajo estas hierbas primaverales, la manta de las hojas muertas del año pasado huele a tierra rica. Enfocamos en los parches donde las hojas del aliso se han acumulado bajo los helechos de espada (Polystichum munitum). Rod quita puñados de las hojas húmedas y las pone en una bolsa de basura de plástico negro.

Cuando la bolsa está llena de hojas, regresamos al capó de mi carro, donde Rod ha estirado una tela. Saca manojos de hojas y las pone en un cubo cuya base está compuesta de una red de alambre. Así tamiza las hojas, dejando que criaturas pequeñas caigan en la tela. Ya empezamos el proceso laborioso de seleccionar arañas pequeñitas, las que Rod coleccionará para el museo.

Una cosa es saber intelectualmente que hay muchas criaturas diminutas viviendo entre las hojas caídas. Es otra cosa realmente ver esta comunidad compleja, esta diversidad de criaturas comunes pero pocas veces vistas. Hay colémbolos, ácaros, escarabajos vagabundos, ciempiés, escarabajos depredadores, isópodos, milpiés y más. De vez en cuando vemos pseudoescorpiones, que se ven como langostas pequeñas con pinzas de rojo oscuro.

La vida entre las hojas secas
Rod es un taxónomo de las hojas caídas, rápidamente yendo más allá del latín científico que entiendo mientras nombra las criaturas que ve. Para identificar muchas de las arañas al nivel de especie, necesitará mirarlas bajo un microscopio. Sin embargo, puede reconocer muchas al nivel de género en el campo. Y puede identificar mucho más que sólo las arañas. Nombra isópodos, ciempiés y milpiés cuando los vemos.

Después de acabar con las hojas del aliso, sacamos una muestra bajo un arce de hoja grande (Acer macrophyllum). Rod quita un manojo de hilos blancos de hongo de las hojas.
“Alimento para colémbolos,” dice. Estas criaturas son descomponedores, alimentándose de hongos y hojas caídas. La red alimenticia de este mundo en miniatura—mantenida por un nuevo pulso de hojas caducifolias cada otoño—se vuelve evidente.
Se vuelve aun más evidente cuando hallamos una salamandra espalda roja (Plethodon vehiculum) entre las hojas mojadas de los arces. Estas salamandras no tienen pulmones; respiran por la piel y habitan áreas húmedas, donde cazan arañas y otros invertebrados pequeños. Ésta no mide mucho más de una pulgada de longitud. Pronto la devolvemos a las hojas húmedas bajo el arce.
Luego hallamos otra salamandra, ésta tan larga como mi dedo corazón. La salamandra señala que este suelo forestal es de alta calidad, dice Rod.
Este hecho podemos ver en la diversidad de arañas, también. “Ha sido una muestra de hojas bastante buena, probablemente ocho o diez especies [de arañas],” sigue Rod.

Las arañas de los musgos

Ahora queremos buscar arácnidos entre los musgos. Rod me dice que las gruesas alfombras húmedas de musgo en los troncos de los árboles caducifolios hacen hogares excelentes para algunas arañas. Vamos al bosque otra vez, coleccionando muestras de musgos para tamizarlas por invertebrados.
El musgo está generalmente seco después de varios días del sol primaveral, y está polvoriento desde el camino cercano. Los invertebrados que estamos encontrando aquí parecen menos abundantes que los de las hojas caídas—mayoritariamente isópodos, escarabajos vagabundos y colas de cerda. Pero, como Rod pronosticó, también hallamos unas especies diferentes de arañas. Rod me muestra la Ethobuella tuonops, teñida de amarillo. Ésta es una de las arañas más comunes en los musgos de Washington, me cuenta, pero se la ve pocas veces porque tan pocas personas buscan arañas cuidadosamente así.

Después de horas de tamizar las hojas y los musgos, es hora para un cambio de aire. Rod me manda a coleccionar arañas de los céspedes y hierbas al lado del camino. Mientras tanto, el busca entre los helechos de espada en el bosque. Después de la labor minuciosa de tamizar, es refrescante barrer las gramas y las zanahorias silvestres con una red de insectos. Es trabajo fácil, pero se vuelve emocionante cuando paro y abro la red de lona para ver qué he atrapado.

Las arañas del lado del camino y de los ayarines
La comunidad está muy diferente aquí. Hay escarabajos y bichos de muchos tamaños y formas. Y hay muchas arañas. Aun a mi ojo inexperto, le parece que debe haber al menos ocho especies aquí. Hay arañas rojas, arañas con patrones de negro y blanco. Hay arañas compactas y otras con patas largas; arañas saltarinas, arañas cangrejo y muchas más que no reconozco. Las pongo en un vial para Rod.

La tarde está llegando al fin. Pronto será hora de irnos. Pero primero queremos buscar entre el follaje del ayarín (Pseudotsuga menziesii). El follaje conífero puede ser un hábitat muy productivo por arañas. Tiene sentido: mientras que los alisos y arces se deshojan cada otoño, alimentando los colémbolos, las arañas y las salamandras del suelo forestal, los ayarines llevan sus agujas todo el año. Su follaje forma un microhábitat suficientemente estable para dar abrigo a muchas especies.

Las ramas de los ayarines huelen aromáticas y resinosas mientras las sacudo sobre mi red. Aquí las arañas—un surtido abundante, la mayoría minúsculas—están acompañadas por gorgojos, hormigas y orugas marrones. Estoy sorprendido por la complejidad—y agradecido que mi lente macro me permita ver los detalles. Estas arañas, algunas sólo tan anchas como una aguja conífera, son lindas, con patrones finos en carboncillo, amarillo y blanco. El abdomen de una con largas patas rojas parece pintado. Otra es de color anaranjado agradable, decorada con vello blanco.

Conociendo a una comunidad casi invisible

Al fin del día, hemos coleccionado 46 especies de arañas dentro de un área del tamaño de dos canchas de fútbol. Es una diversidad que asombra a un principiante como yo. Cada especie tiene su propia historia: dónde vive, cómo caza, cómo interactúa con la comunidad circundante. Y además de las arañas, hemos conocido a algunos colémbolos, salamandras espalda roja, escarabajos depredadores y orugas. En este parche pequeño del bosque en el oeste de Washington, hemos visto cienes de especies. Hemos visto cómo los microhábitats mantienen una diversidad maravillosa de animales. Desde las hojas húmedas de los arces y los musgos hasta las hierbas del lado del camino y el follaje de los ayarines, el bosque está haciendo hogares por una abundancia de vida.
Mientras preparamos para irnos, puedo escuchar el trino líquido de un saltapared cholino del oeste (Troglodytes pacificus) en la distancia, derramando su canto en una cascada energética. Es un sonido relajante que he escuchado muchas veces en el pasado—pero ahora me significa algo más. Como las salamandras espalda roja, estos saltaparedes comen arañas. Mientras veo este bosque por ojos nuevos, dándome cuenta de todas las maneras en las que les da abrigo a las arañas, puedo escuchar el canto del saltapared como un poema a esta diversidad. Mientras que los arces dejen sus hojas caer y los musgos crezcan en sus troncos, parece estar diciendo, habrá arañas aquí—y aquí estaré yo.
Muchísimas gracias a Rod Crawford, no sólo por tomar el tiempo para enseñarme sobre las arañas, sino también por identificar mis fotos de arañas que acompañan este artículo.
Lee más
Crawford, R.L. (2023). Spider collector’s journal: narratives of spider collecting trips. Recuperado de https://crawford.tardigrade.net/journal/index.html
Ramseyer, L.J. & Crawford, R.L. (2014). A survey of spiders found in fallen pine cones in eastern Washington State. Western North American Naturalist 74(4):405-415. Recuperado de https://bioone.org/journals/Western-North-American-Naturalist/volume-74/issue-4/064.074.0406/A-Survey-of-Spiders-Found-in-Fallen-Pine-Cones-in/10.3398/064.074.0406.short
Towes, D.P.L. & Irwin, D.E. (2020). Pacific wren (Troglodytes pacificus), version 1.0. En Birds of the World (A.F. Poole, editor). Cornell Lab of Ornithology, Ithaca, NY. Recuperado de https://birdsoftheworld.org/bow/species/pacwre1/cur/introduction