Nota: Esta historia es la tercera y última en una serie sobre el Lago Helena de Montana, Estados Unidos y el proceso de conocer a un lugar en la naturaleza con el tiempo. Por si no viste las primeras dos partes, puedes encontrarlas aquí:
1ra parte: Playeros hacia el Ártico
2da parte: De avetoros y golondrinas ribereñas
¡Ojalá disfrutes este retrato!
La tormenta al amanecer
Es el 6 de agosto dentro del círculo de montañas azules que forma el Valle de Helena, y la salida del sol está escarlata contra el azul morado lluvioso de una célula de tormenta eléctrica. Las grullas grises (Antigone canadensis) dan sus llamadas resonantes desde el borde del humedal del Lago Helena. Aparte de ellas, los tules (Typha spp.) quedan en silencio donde dos meses antes radiaban los cantos de los saltaparedes pantaneros (Cistothorus palustris), mascaritas comunes (Geothlypis trichas) y tordos sargentos (Agelaius phoeniceus). Parece que los tordos se han ido por completo de su humedal natal, agrupándose ya en bandadas después de la estación reproductiva.
El pronóstico del tiempo había sugerido que habría muy poco aire esta mañana, por eso Grant Hokit y yo habíamos decidido llevar nuestros kayaks al Lago Helena para checar la progresión de la migración otoñal de los playeros. Pero la tormenta eléctrica tenía otros planes. Primero la escuché retumbando al noroeste cerca de las 4:00 am, cuando aún estaba casi dormido en la cama. Ahora ha pasado adelante hacia el este, casi más allá del valle, mientras las grullas grises saludan la salida roja del sol. Pero detrás de la célula tormentosa viene la brisa. No es ningún vendaval, por cierto, pero es suficiente aire para hacer un oleaje en el lago. Las olas agarran nuestros kayaks y nos empujan, haciendo que la observación de aves sea difícil.
Los playeros por el delta
Pero cuando llegamos al delta, lo encontramos animado con playeros migratorios. Muchas de estas especies se parecen a simple vista, y tenemos que prestar mucha atención a su forma, tamaño y el color de sus patas para distinguirlas. Vemos un playero diminuto (Calidris minutilla), un ave pequeña con patas de amarillo pálido y un cuarto la masa de un mirlo primavera (Turdus migratorius). Cerca del playero diminuto encontramos un playero semipalmeado (Calidris pusilla), un poco más grande y con patas de negro azabache. Al otro lado del arenal observamos un playero occidental (Calidris mauri), una especie muy parecida al playero semipalmeado con el pico un poco más largo y ligeramente curvado.
Al lado de estos tres playeros pequeños, tres playeros pectorales (Calidris melanotos) están forrajeando. Con casi la misma masa como un mirlo primavera, éstos tienes las patas amarillas como el playero diminuto. Finalmente, contamos seis playeros de Baird (Calidris bairdii), aves de tamaño intermedio entre lo del playero occidental y lo del playero pectoral. Los playeros de Baird tienen las alas bastante largas, algo que se ve incluso cuando el ave está de pie por la manera en que las alas se extienden detrás de la cola.
Los playeros de Baird y el viento
Todos los seis playeros de Baird tienen las plumas de la espalda con márgenes pálidos, lo que nos indica que son juveniles. Están intentando la migración otoñal por la primera vez es su vida, y sin la ayuda de sus padres. Los papás se fueron de las tierras reproductivas del Ártico antes, dejando a los juveniles a encontrar su propio camino. Por los playeros de Baird, el Lago Helena es una escala durante una increíble viaje migratorio desde el Ártico hasta sus tierras invernales al sur de Sudamérica. Es un viaje que, por algunos individuos, abarca 15,000 kilómetros. Me pregunto si la tormenta eléctrica nos trajo esta diversidad de playeros, obligados a aterrizar durante su vuelo nocturno.
Ahora el viento, que estaba viniendo del este, está cambiando. Está empezando a venir del norte y está poniéndose más fuerte, azotando los tules. El oleaje casi se ha convertido en olas espumosas—y para el regreso, tendremos que remar en la cara del viento. Sabemos que probablemente debamos empezar a regresar ya. Sin embargo, tomamos la decisión dudosa de remar adelante un poco más y checar la bahía al suroeste antes de volver. Nos decimos que podremos mantenernos cerca de la orilla durante el regreso, así disminuyendo la fuerza de las olas.
Las aves acuáticas y las olas
La bahía está llena de aves acuáticas. Ciento veinte patos cucharón norteños (Spatula clypeata) explosionan del agua mientras un solo cisne trompetero (Cygnus buccinator) nada al lado de la orilla. Un par de patos cabeza roja (Aythya americana) y mergos mayores (Mergus merganser) nos están mirando con precaución. Los arbustos al lado de la bahía están protegiendo esta área del viento.
Ahora estamos listos para enfrentar las olas. Primero guardamos nuestras cámaras y mi micrófono para mantenerlos secos. Con tanto oleaje por el lago, no los vamos a necesitar para observar aves durante el regreso.
Nuestros kayaks siguen adelante a través de las olas agitadas, batallando el viento en contra. A pesar de mis mayores esfuerzos, no puedo evitar unas grandes salpicaduras sobre la proa. Al llegar de vuelta al sitio donde empezamos, estoy empapado—igual que mi mochila.
Un cambio en los playeros
Volvemos a visitar el lago dos días después, con mi mochila ya seca otra vez. El cielo está cubierto en suaves nubes grises, la especie de gris que huele a la posibilidad de lluvia. Es un cambio bienvenido después del gris de julio, aquel gris severo de una ola de calor y del humo de los incendios.
En estas cortas 48 horas, los playeros por el lago han cambiado drásticamente. Los playeros diminutos, occidentales y pectorales han desaparecido. Mientras tanto, los juveniles playeros semipalmeados y de Baird son mucho más abundantes. Contamos por lo menos ocho playeros semipalmeados y 11 de Baird. Una brisa ha empezado a formar olas en la superficie del agua. Las olas pequeñas se estrellan contra el arenal mientras los playeros de Baird llaman y los playeros semipalmeados los disputan acerca del espacio para forrajear. Una patamarilla mayor (Tringa melanoleuca) se echa a volar, dando su llamada penetrante: ¡tiu-tiu-tiu! Todos estos cambios en tan solo un par de días enfatizan qué tan rápidamente pasa la migración. Evidentemente, muchos de estos playeros ya han seguido adelante hacia el sur.
El Embalse Regulador de Helena
La semana siguiente decido andar por kayak por el Embalse Regulador del Valle de Helena, el otro gran sitio de escala por los playeros en este valle. Este embalse rodeado por álamos sirve para almacenar agua de riego y mandársela a los cultivos del valle. El Embalse carece de los humedales extensos del Lago Helena. No obstante, cuando el nivel del agua está suficientemente bajo, los barrizales amplios por sus márgenes aportan un hábitat de reposo para gaviotas y pelícanos además de un hábitat donde los playeros pueden alimentarse. También hay mucho menos ruido del tráfico en comparación con el Lago Helena (que está muy cerca de la carretera federal), por eso el Embalse es un sitio mucho mejor para grabar sonidos.
Mientras salgo con mi kayak en la oscuridad antes del amanecer, inmediatamente me topo con la cantidad impresionante de aves que están usando este sitio de escala tan diferente pero también bastante importante. Los gansos canadienses mayores (Branta canadensis) están por todos lados, en grupos pequeños y bandadas grandes. Al contarlos diez por diez en la oscuridad menguante, estimo que hay 650 de ellos al alcance de la vista.
Las cientas de gaviotas son fantasmas blancos inidentificables en la luz vaga. Luego, voy a poder confirmar que la mayoría son gaviotas pico anillado (Larus delawarensis), nuestra especie más común en esta región.
Las grullas grises en la oscuridad
Cuando primero escucho las grullas grises, no lo pienso mucho. Su voz ya es muy familiar, este sonido raro e increíble que lo suelo escuchar al amanecer por los humedales, campos y orillas. Pero entonces escucho grullas desde otra dirección también y empiezo a preguntarme—¿pues cuántas grullas grises hay aquí?
El cielo al nordeste está brillando cada vez más, aunque todavía falta la salida del sol. Unos grupos de gansos canadienses mayores han comenzado a irse de este lugar seguro de reposo nocturno, llamando fuertemente mientras se echan a volar. Supongo que van rumbo a algún campo de cereal para desayunar. Ya la luz ha aumentado lo suficiente para poder ver las grullas grises perchadas sobre los barrizales—y es una bandada impresionante. Checo la orilla del embalse, contando grulla grises. 42, 43, 44, 45…. Contándolas una por una, determino que están presentes por lo menos 93 está mañana.
Más gansos canadienses mayores remontan el vuelo, un grupo tras otro. Unas grullas grises ya se han ido, pero la mayoría quedan. ¿Cuándo van a irse a forrajear?
La música de las grullas grises
Mientras el sol se eleva sobre las montañas en un orbe color durazno, el aire fresco estalla en la música de las grullas. Un grupo tras otro aletea fuerte y remonta el vuelo. Líneas desordenadas de grullas grises me pasan en el vuelo, rumbo al este. Me imagino que ellas, como los gansos canadienses, están buscando un cultivo donde alimentarse.
Unas grullas esperan en el barrizal hasta que la luz del sol las está iluminando por completo. Entonces ellas también emprender el vuelo. Me dejan con dos charranes del Caspio (Hydroprogne caspia) que vuelan bajo, dando llamadas estridentes mientras buscan peces. Me dejan con 290 gaviotas pico anillado, perchadas en los barrizales. Y me dejan con el eco de sus voces resonando en mi mente mientras agradezco a los humedales donde las grullas grises y los playeros pueden hacer escala y mientras intento, sin éxito, imaginar el viaje de un playero de Baird juvenil, volando 15,000 kilómetros sobre los ríos, montañas, carreteras y basurales de un continente donde he pasado mi vida entera y cuya geografía aún no comprendo.
En Montana, la organización Montana Audubon coordina el programa de Áreas Importantes para las Aves, que incluye al Área Importante para Aves del Lago Helena. Para leer más sobre este programa y las otras iniciativas de Montana Audubon por la ciencia ciudadana y la conservación, ve a mtaudubon.org. Y si visitas al Lago Helena, ¡considera contribuyendo tus observaciones al proyecto eBird para añadir a nuestro conocimiento colectivo de este lugar!
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Billerman, S.M., Keeney, B.K., Rodewald, P.G. & Schulenberg, T.S. (editores). (2022). Birds of the World [Aves del Mundo]. Ithaca, NY: Cornell Lab of Ornithology. https://birdsoftheworld.org/bow/home