

¿Qué tienen las polillas que ver con los búhos? Pregúntale a Mat Seidensticker. Después de pasar casi una década estudiando búhos a través de Montana y Alaska, EU, Seidensticker enfocó sus investigaciones en una de las especies de búhos más crípticas y pequeñas que existe en Montana, el tecolote ojos oscuros (Psiloscops flammeolus). Pronto resultó imposible ignorar las polillas—unos insectos que este tecolote caza extensamente durante el verano.
En 2015, Seidensticker empezó a colaborar con otros científicos en el Rancho MPG del Valle Bitterroot, estudiando no sólo tecolotes sino también chotacabras y tapacaminos. Y las polillas seguían entrando aleteando en su vida. Con el tiempo, ellas le enseñarían que eran mucho más importantes de lo que la mayoría de la gente imagina.
Ahora, después de recolectar más de 30,000 ejemplares de polillas, Seidensticker y la iniciativa que fundó, el Montana Moth Project (Proyecto de las Polillas de Montana), junto con sus colaboradores Chuck Harp y Marian Kirst, han aprendido mucho sobre los papeles que juegan las polillas en la naturaleza. Estas ascensionistas de alas suaves proveen alimento a una amplia variedad de animales, ejercen una profunda influencia sobre las comunidades vegetales y transportan mucho más polen de lo que se sospechaba.
Ballenas del cielo

Para Seidensticker, el cielo nocturno es como un océano. Las polillas, hormigas voladoras y típulas son el “plancton aéreo,” una comunidad abundante de criaturas aladas que alimentan a los animales más grandes. Los chotacabras zumbones (Chordeiles minor) son las “ballenas del cielo,” revoloteando y buceando sobre la puesta del sol mientras tragan polillas con sus bocas gigantes.
Un anochecer a finales de agosto cerca de Helena, Montana, no tenemos que buscar mucho para ver los chotacabras zumbones aleteando alto sobre nosotros mientras cazan su cena. Esta noche, nosotros también estamos cazando polillas. La fotógrafa Lea Frye y yo nos hemos reunido con Seidensticker por uno de sus recorridos nocturnos mientras trabaja metódicamente para documentar las polillas de Montana.
Un teatro para las polillas

Una bandada de nubes oscuras patina sobre las montañas mientras Seidensticker cuelga una sábana blanca entre dos postes de aluminio. Este aparato de apariencia rara se convertirá en una “sábana iluminada,” uno de los métodos comunes que usan los investigadores de las polillas para estudiar estos insectos elusivos. Seidensticker prende un generador mientras la oscuridad llega, conectando un foco de luz negra y otro de vapor de mercurio los cuales pone cerca de la sábana. Los focos van a confundir a las polillas que estén cerca mientras navegan por la oscuridad, alterando su sentido de dirección. La sábana blanca les va a dar un lugar donde aterrizar mientras nosotros las identifiquemos.
“Parece como si estuviéramos poniendo un pequeño teatro,” noto yo.

“¡Así es!” dice Frye.
Nuestro teatro al aire libre está en la falda de la montaña, donde la vegetación cambia de pradera a bosque de pino y las coníferas empiezan su marcha cuesta arriba hacia la Divisoria Continental. Ya hemos puesto unas trampas cubeta—colectores de polillas caseros que comprenden una batería, un foco de luz negra, un embudo y una cubeta de 19 litros—en unos parches de vegetación diferente más bosque adentro. Con suerte, las cubetas y la sábana van a mostrarnos una gran diversidad de polillas.
El viento por los pinos

Ahora todo está puesto. Los pinos ponderosa (Pinus ponderosa) hacen siluetas majestuosas detrás de nosotros y la creciente de la luna navega por el cielo al suroeste. Ya nuestro único problema es el viento, que está corriendo más de lo que habíamos esperado. Parece que está reduciendo la actividad de las polillas.
Las ráfagas de aire hacen traquetear a la sábana, suspiran por los pinos y hacen las hojas de los álamos temblones (Populus tremuloides) susurrar. Esperamos, escuchando el trino monótono de los grillos de árbol que llena la noche. ¡Si sólo el viento se tranquilizara!
Al inicio, las polillas llegan despacio, una por una. Finalmente el viento se detiene un poco y comienzan a llegar en olas trémulas: una pequeña vista del río nocturno invisible de insectos que está fluyendo por el cielo oscuro alrededor de nosotros. La diversidad de colores y formas es increíble. Están las sutiles, desde luego, bien camufladas en una paleta delicada de carbón, gris y café, como si un artista hubiera dibujado sus alas. Pero no todas las polillas son tan discretas.
Una diversidad de polillas

Unos Crambus aparecen, polillas delgadas del color de miel con rayas blancas llamativas. Frye encuentra una polilla esmeralda de la subfamilia Geometrinae, sus alas verdes lisas con flecos y venas de blanco. Me fascinan las Agapeta zoegana, dardos de amarillo brillante con un triángulo negro cruzando el ala. Unas Apantesis nevadensis trepan sobre la sábana, vestidas en un mosaico de negro y crema que se parece a una pintura cubista. Sus alas posteriores son sorprendentemente de color salmón.
La variación en forma y tamaño es alucinante: desde la manchita blanca minúscula de una polilla micro, tan pequeña como un jején, hasta tipos grises con alas anchas que se parecen a aviones furtivos y las Apantesis nevadensis con sus cuerpos peludos. Los ojos también son difíciles de olvidar: brillan de cobre, latón y morado en la intensidad del foco. Vamos de una polilla a otra, tomando fotos mientras Seidensticker identifica las especies, y cien ojos diminutos nos miran desde la noche.



Pasando la noche

Nuestra suerte no dura mucho. Pronto, el aire inquieto se agita de nuevo, y la actividad de polillas se desploma. Al llegar a las 11 p.m., hemos empacado la sábana y regresado a nuestras casas de acampar. Ahora, todas nuestras esperanzas están sobre las tres trampas cubeta, cuyos focos van a seguir brillando hasta la mañana. Con suerte, el viento se tranquiliza en las horas que vienen, facilitando un vuelo abundante de polillas y una captura numerosa.
Dos horas después, no se está viendo bien la cosa. Destellos blancos iluminan el cielo turbulento mientras una tormenta eléctrica choca con la Divisoria Continental, dándonos un aguacero breve pero intenso. Cada trampa cubeta está protegida nada más por una pequeña bandeja de aluminio. ¿Será suficiente para soportar la tormenta?
Polillas en la mañana
La llamada de un zorzal de anteojos (Catharus ustulatus) atraviesa la tranquilidad mojada antes del amanecer mientras abrimos la primera trampa. Anoche la dejamos en una cresta angosta con ayarines (Pseudotsuga menziesii) con una vista sobre el cauce de un arroyo lleno de sauces y álamos temblones. A pesar del aguacero a medianoche, la trampa ha funcionado. Entre los cajas de huevos adentro, que dan a las polillas lugares para descansar y esconderse, vemos una amplia selección.
“Al mirarlo, aquí probablemente tenemos 20 o 30 especies,” nos dice Seidensticker. Algunas son nuevas para mí, incluso una polilla amarilla con alas anchas. Ésta, como la polilla esmeralda pálida que vimos en la noche, es parte de la familia de los geométridos (Geometridae), cuyas orugas “medidoras” son conocidas por muchas personas por su forma notable de moverse, alternamente doblando y enderezando el cuerpo.
La segunda trampa, en la parte baja de una pendiente cerca de un bosquecillo de álamos temblones grandes, nos da la polilla más grande que hemos visto hasta el momento, una especie de Catocala. El ala anterior de ésta es un logro impresionante del camuflaje, un patrón de carbón moteado que se asemeja a la corteza vieja del álamo temblón. Pero el ala posterior no tiene nada de sutil: es una exclamación visual declarada con franjas de rosa y negro.

Encontrando esfinges

Recuperamos la tercera trampa de nuestro sitio con la más baja altura, relativamente cerca de donde anoche pusimos la sábana iluminada. Aquí, peñas graníticas ascienden entre pinos ponderosa maduros y parches de pradera y hierba amarga (Purshia tridentata), ofreciendo un hábitat diferente del de nuestros otros sitios. En esta trampa, lo que me llama la atención son dos polillas esfinge magníficamente grandes, robustas y peludas. La primera, que Seidensticker identifica como una especie de Smerinthus, tiene el ala posterior teñida de rosa con un ocelo azul irreal. La otra, un ejemplo de Hyles euphorbiae, tiene una línea bonita de bronce por el ala anterior y se ve fuscia por abajo. Son las únicas polillas esfinge (la familia Sphingidae) que hemos visto esta noche. Admiro esta familia relativamente distintiva de polillas que se ciernen fácilmente y a menudo se parecen a colibríes al volar.
A pesar del tiempo variable de la noche, ha sido un recorrido productivo. Seidensticker estima que hemos atrapado entre 100 y 150 especies.


Miles de especies
Por muy impresionante que sea esta diversidad de una sola noche al borde del bosque, es solamente una pieza del rompecabezas más amplio que el Montana Moth Project está descifrando. Ya el proyecto ha documentado 1,250 especies de polillas en el estado. Y esas sólo son las polillas macro—las especies más grandes, incluso muchas especies que se puede reconocer en el campo (después de estudiar mucho). Las polillas micro—manchitas del tamaño de un jején—son mucho más difíciles de identificar, sin embargo son muy importantes también en el ecosistema. De hecho, dice Seidensticker, se estima que dentro de las polillas micro hay por lo menos tres veces más especies de las que hay de polillas macro.
El Montana Moth Project recolecta ejemplares científicos de todas estas especies. Los ejemplares van al Museo C.P. Gillette de la Diversidad de Artrópodos en Fort Collins, Colorado o a la Academia Californiana de Ciencias en San Francisco, donde están guardados como una biblioteca de referencia sobre la biodiversidad. Con el tiempo todos—incluso los ejemplares más pequeños—van a ser identificados. Incluso las polillas micro, Seidensticker predice que fácilmente podría haber más de 4,000 especies de polillas en Montana.

La ecología de las polillas

Es difícil de comprender tanta diversidad de polillas—pero más increíble aún son las vidas diversas de todas estos animales. Cada especie tiene su propia historia, una historia de vida única adaptada al clima exigente y la vegetación variada de la geografía de Montana. Muchos de los detalles todavía están por aprenderse; seguimos “en la oscuridad” sobre la biología básica de muchas especies. Pero lo que sí sabemos es esto: Las polillas están involucradas en una tela de relaciones las cuales son esenciales para los ecosistemas alrededor de nosotros.
Según Seidensticker, hay un “doble vínculo” íntimo entre las polillas locales y las plantas locales. Una gran variedad de orugas usan plantas como su comida, formando el primer vínculo. Muchas polillas adultas se alimentan del néctar de las flores, formando la segunda conexión. A través de estas relaciones, las polillas moldean las comunidades de plantas, alimentan a muchos animales y contribuyen en la polinización.
El doble vínculo: comer y ser comido

Las plantas que sustentan a las orugas, como las orugas mismas, son muy variadas. La oruga Enargia decolor se alimenta principalmente de álamos temblones, amarrando las hojas con seda para crear estructuras protectoras. Synchlora bistriaria come las flores de girasoles (Helianthus spp.) y varas de oro (Solidago spp.). Ambesa laetella, una polilla con un hocico cuyas alas tienen patrones lindos, se alimenta de rosas silvestres (Rosa spp.). Las larvas de los Smerinthus dependen de sauces (Salix spp.) y álamos (Populus spp.). Y a través de la simple acción de masticar hojas, las orugas cambian los caminos de la evolución, impulsando a las plantas a desarrollar defensas como armaduras de pelo, sabores amargos y compuestos aromáticos. A la vez, las plantas huésped se convierten en fábricas de orugas, produciendo millones de larvas jugosas que ofrecen alimento a las aves cantoras.

Si una oruga logra esquivar las aves cantoras y transformarse en adulto alado, puede ser una presa importante para los tecolotes ojos oscuros o los chotacabras zumbones. Los murciélagos cazan tan intensamente a las polillas que algunas especies han desarrollado defensas sónicas, emitiendo sonidos de alta frecuencia para confundir el sonar de los murciélagos. Los osos grizzly (Ursus arctos) se empachan de los adultos de unos noctuidos como la Euxoa auxiliaris, polillas que pasan el verano escondiéndose en taludes en las montañas. Estas polillas tienen más calorías por gramo que la mantequilla.
Las polillas y la polinización

Mientras tanto, los científicos apenas han empezado a percatarse qué tan importantes pueden ser las polillas para la polinización. En 2020, Seidensticker y sus colegas hicieron un estudio inicial en el Valle Bitterroot usando códigos de barra de ADN para identificar el polen que tomaron de las partes bucales de las polillas. Notablemente, documentaron que las polillas transportaban el polen de casi cien géneros de plantas, incluso grupos comunes como las asteráceas, leguminosas y grosellas además de plantas más raras como las orquídeas y collejas.
Parece que las polillas pueden ser especialmente importantes por las largas distancias a las que pueden transportar el polen. De hecho, hay registros de algunas especies de polillas que han transportado el polen cientos de kilómetros. Por estos vuelos de larga distancia, pueden conectar los genes de parches aislados de plantas. Las abejas, al otro lado, suelen forrajear cerca de sus nidos.
Un mundo por alas suaves

Mientras investigadores como Seidensticker siguen aprendiendo más, se está volviendo cada vez más claro que las polillas son increíblemente diversas, extraordinariamente complejas y que tienen una importancia crítica para la vida alrededor de nosotros. Para Seidensticker, este viaje de descubrimiento empezó con los búhos. Ahora es una red de conexiones: estos insectos trémulos vinculan a los osos grizzly, los murciélagos, las aves nocturnas y las plantas en un baile complejo.
Aún queda muchísimo más por aprender. Para 2030, el Montana Moth Project anticipa haber logrado un inventario comprensivo de las especies de polillas que hay en Montana. En la década siguiente, van a enfocarse en entender las dinámicas estacionales de cuándo vuelan estas polillas. Desde ahí, el cielo será el límite, con mucho más por aprender sobre la polinización, las plantas huésped y las redes alimenticias.
Es un mundo por alas suaves que la mayoría de nosotros no lo valoramos. Pero las polillas están ahí afuera—aleteando por nuestros jardines, planeando entre los pinos nocturnos—esperando a que nos demos cuenta.
La versión en inglés de esta historia apareció por la primera vez en la edición del otoño de 2024 de Big Sky Journal, junto con la fotografía impresionante de Lea Frye. La traducción que hice al español se estrena aquí. Puedes aprender más sobre el Montana Moth Project aquí.



