4 de febrero de 2023

El halcón mexicano (Falco mexicanus) se posa en un poste de electricidad en la llovizna ligera, desgarrando un topillo. Sus garras brillan débilmente, un amarillo vivo contra el cielo gris. Los cables de luz sisean suavemente con la lluvia. Hoy estoy con Sneed Collard, un pajarero ávido y escritor alabado de libros para niños (aprende más sobre sus libros en www.sneedbcollardiii.com). Estamos manejando despacio por el Valle Misión del occidente de Montana, EE.UU., buscando aves entre los campos cubiertos en nieve.
Hace diecinueve mil años que un glaciar deslizó desde el norte, donde el Lago Flathead ya existe. Era una cinta transportadora, lenta pero poderosa, que rehízo el paisaje. Donde estamos hoy, el glaciar se derramaba en las aguas inmensas del Lago Glacial de Missoula. Mientras el hielo se convertía en agua frígida, el glaciar soltaba su carga de sedimento en el lago.
Son las mismas rocas, limos y barros que componen el paisaje moderno alrededor de nosotros. El terreno suavemente ondulado es repleto de humedales en la forma de pozas. Después de que el Lago Glacial de Missoula se vació, permahielo arrugó el suelo. Al congelar, trozos poderosos de hielo hicieron montículos en la tierra. Y cuando se derritieron, dejaron miles de humedales atrás.
Durante la estación caliente, me cuenta Sneed, estos humedales pueden ser llenos de cercetas canelas (Spatula cyanoptera) y otros patos. Pero hoy, todos están congelados y sin aves. En vez de vigilar los humedales, enfocamos la atención en los dispositivos de riego, postes de cerca y de electricidad – los lugares donde se posan las aves rapaces.
Un valle de topillos

Este valle provee un hábitat excelente para las aves rapaces durante el invierno. Según Beth Mendelsohn del Instituto de Investigación de Búhos (ORI, por sus siglas en inglés), hay muchos topillos aquí este invierno. Y los topillos son un alimento excelente para muchas de nuestras aves rapaces.
Hasta durante el pajarear informal de hoy, podemos ver signos de esta abundancia de topillos. Se trata no sólo de la presencia del halcón mexicano. Unos minutos antes, habíamos visto un gavilán rastrero (Circus hudsonius), una hembra, agarrando un topillo desde un campo de heno.
No obstante, el éxito de este gavilán sería breve. Uno de los múltiples cuervos comunes (Corvus corax) en las inmediaciones la vio y se batió hacia ella, graznando. Al gavilán se le cayó el topillo. De inmediato, el ave rapaz se zambulló hacia la nieve, claramente tratando de recuperarlo. Pero pareció que el topillo ya había logrado sumergirse bajo la manta de nieve. El gavilán rastrero despegó con las garras todavía vacías – y el cuervo fastidioso no consiguió nada por su esfuerzo, tampoco.
Plantas entre la nieve

La nieve está blanda durante este día lluvioso y relativamente templado. Al este de nosotros, las imponentes Montañas Misión están tapadas en nubes. Una cortina gris de lluvia cubre sus laderas. Más cerca, podemos ver las gramíneas muertas emergiendo de la nieve.
De vez en cuando pasamos por parches extensos de cardencha (Dipsacus fullonum). Para mí, la presencia de esta planta foránea en este valle es muy patente. Cerca de Helena, donde la sombra pluviométrica de la Divisoria Continental hace que el clima se quede mucho más seco, la cardencha está ausente, excepto unos parches pequeños a lo largo del Río Missouri. Acá, al otro lado, la cardencha se encuentra ampliamente, cubriendo campos enteros. Es claro que es una planta que prospera donde hay más humedad que ofrece el área desértica de Helena. Nos preguntamos si algunas aves de invierno – los jilgueritos canarios (Spinus tristis) o chingolos arbóreos (Spizelloides arborea), por ejemplo – comerían las semillas de la cardencha. Pero si sí las comen, aún no hemos visto ninguna prueba de eso.
Las aves rapaces del invierno en el Valle Misión

El gavilán rastrero y el halcón mexicano no son las únicas aves rapaces que buscan topillos en la nieve blanda acá. A menudo vemos aguilillas cola roja y árticas (Buteo jamaicensis y B. lagopus) posándose en los postes de electricidad y los dispositivos de riego. De hecho, este valle es bien conocido como un lugar invernal para estas aves rapaces. Según Beth Mendelsohn, el Instituto de Investigación de Búhos (ORI) dirige relevamientos mensuales para aves rapaces a lo largo del invierno en esta área. Utilizan varios observadores para contar las aves a través de cinco transectos a la misma vez, cada transecto de unas 30 millas. Durante algunos de esos relevamientos, los observadores del ORI han contado más de unos 800 aves rapaces – una cantidad muy asombrosa – mayoritariamente de aguilillas cola roja y árticas.

Según dice Denver Holt, el fundador del ORI, extrapolando estos resultados más allá de los transectos, tiene sentido suponer que más de 1000 aves rapaces pasan el invierno en este valle. Aunque no es un valle pequeño, sin embargo estos números son increíbles. Topillos, praderas y extensos espacios abiertos: en el Valle Misión, es una combinación que mantiene una población muy impresionante de aves rapaces.
Las aves rapaces son las aves más notables que vemos hoy, pero no están completamente solas. Bandadas de gorriones domésticos (Passer domesticus) pían ásperamente desde los arbustos cerca de algunas alquerías. De vez en cuando, una bandada pequeña de chingolos arbóreos se echa a volar desde un campo. A veces, un pinzón mexicano (Haemorhous mexicanus) o jilguerito canario nos sobrevuela.
Las aves del Arroyo Post

El agua está descongelada en el Arroyo Post, unas millas al sur del Refugio Nacional de la Vida Silvestre de Ninepipe. Señuelos de pesca, perdidos por mucho tiempo, cuelgan de un aliso (Alnus) sobre un remanso hondo de azul acerado cerca del puente. Unos patos de collar (Anas platyrhynchos) y un mergo cresta blanca (Lophodytes cucullatus) despegan del agua. Un clarín norteño (Myadestes townsendi) se posa en los juníperos (Juniperus scopulorum) cerca, vigilando sus provisiones de bayas invernales.

Aguas abajo llegamos a un pantano de totoras (Typha) al lado del arroyo. Éste es el lugar, me cuenta Sneed, donde su hijo Braden vio una agachona norteamericana (Gallinago delicata) por primera vez en su vida. Y tanto hoy como entonces, es claro que el agua descongelada y el hábitat ribereño mantiene una diversidad de aves.
Entrevemos un par de cercetas alas verdes (Anas crecca) mientras se echan a volar del arroyo. Se alejan rápidamente y planean hacia el agua otra vez. Desaparecen en segundos. Una bandada grande de estorninos pintos (Sturnus vulgaris), cerca de 300 de ellos, está muy activa en los álamos arroyo abajo. Silban y zumban alegremente. De vez en cuando, escucho uno de ellos haciendo una imitación impresionante del canto de un pradero del oeste (Sturnella neglecta).
Y los estorninos no están solos. Hay un coro casi constante del canto de tordos sargento (Agelaius phoeniceus) desde los álamos. Los cantos están tan frecuentes, mezclados con tantos sonidos “chak,” que podemos asegurarnos que realmente estamos escuchando tordos sargento, no sólo las imitaciones que a veces hacen los estorninos.
Rumores de la primavera

De repente, algo alarma la bandada y la mayoría se va volando en una nube, enjambres de estorninos y unos tordos sargento bailando a través del cielo. Algunas aves se separan y pasan por nosotros, rumbo a otro humedal en la distancia. Mientras levanto los binoculares, me asombro a ver que uno de estos tordos tiene la cabeza claramente amarilla. Un tordo cabeza amarilla (Xanthocephalus xanthocephalus) en los días menguantes del invierno – ¿qué hace acá? Ha llegado dos meses temprano por lo que se espera de esta especie – una sorpresa definitiva. Pero si fuéramos a ver un tordo cabeza amarilla hoy, éste claramente sería un buen lugar para hallarlo, con estos pantanos, álamos y las áreas de agua descongelada.
La primavera todavía no ha llegado, pero poco a poco se está moviendo más cerca. Podemos vislumbrarla en el canto conmovedor de los tordos sargento, la llovizna ligera y este inesperadamente temprano tordo cabeza amarilla. Y mientras el invierno se prolongue, estos campos nevados y humedales helados siguen manteniendo cienes de aguilillas o un esporádico halcón mexicano, cazando una profusión de topillos.
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Levish, D.R. (1997). Late Pleistocene sedimentation in Glacial Lake Missoula and revised glacial history of the Flathead Lobe of the Cordilleran Ice Sheet, Mission Valley, Montana. Tesis doctoral, Universidad de Colorado. Recuperado de https://www.proquest.com/openview/106db1a37cacf0eb32bc90a0bbbc3639