Las cajas nido aún no han estado montadas por más de cinco minutos, y ya una nube de golondrinas bicolores (Tachycineta bicolor) está girando por ellas. Una hembra con la espalda gris aterriza en la entrada de la caja más cerca de nosotros, su parloteo líquido mezclándose con el staccato de los tiranos pálidos (Tyrannus verticalis) en los cables de luz por arriba. Más allá de ella, dos más golondrinas bicolores están investigando otra caja nido.
Las golondrinas bicolores anidan en cavidades, típicamente escogiendo huecos construidos y luego abandonados por carpinteros en álamos viejos y otros árboles grandes para criar sus polluelos. También usan cajas nido fácilmente como un sustituto razonable. Pero definitivamente no anticipábamos que llegaran tan pronto.
Esta respuesta instantánea es inmensamente gratificante. Pero también nos sugiere que las aves de este sitio hayan sido limitadas por una falta de lugares donde anidar.
“Aparentemente sí hay una limitación de cavidades aquí,” dice Megan Fylling.
Hábitat reproductivo para golondrinas en declive
Megan trabaja como Directora de Investigación y Ecóloga Aviaria para el Laboratorio de Ecología Aviaria de la Universidad de Montana (UMBEL, por sus siglas en inglés). Es la segunda semana en mayo de 2023. Esta mañana estoy con ella y cinco otros investigadores de la vida silvestre, instalando postes de metal y cajas nido de tuya. El proyecto es una colaboración entre UMBEL y el Servicio de Peces y Vida Silvestre de Estados Unidos, con financiación de NorthWestern Energy. Es un esfuerzo para crear hábitat para golondrinas bicolores donde estas aves están en declive—y de aprender lo que nos puedan enseñar sobre los lugares donde viven.
Acabamos de instalar 10 nuevas cajas nido al lado de las aguas intensamente pescadas bajo la presa Holter Dam en el estado de Montana, Estados Unidos, donde el Río Misuri corta un cañón entre las rocas rojas de las Montañas Big Belt, entre las ciudades de Helena y Great Falls. Hay algo muy inspirante en observar estas aves elegantes y atléticas investigando sus nuevos hogares aquí. Y verlas tan pronto es una sorpresa masiva. Es más típico que no se establezcan en nuevas cajas hasta uno o dos años después de su instalación, dice Brian Balmer. Brian, un biólogo con el Servicio de Peces y Vida Silvestre, va a estar manejando mucho del monitoreo para investigar cómo las golondrinas bicolores responden a estos nuevos sitios de anidación.
Esperando a las golondrinas bicolores
No había habido tal satisfacción inmediata de ver las golondrinas llegar en nuestro primer sitio de la mañana. Ahí, 26 kilómetros aguas arriba, nuestro trabajo era un asunto de la fe. Ningunas golondrinas bicolores aparecieron mientras martilleamos los postes de metal en la tierra rocosa y poco profunda sobre el río, donde consueldas (Delphinium sp.) florecían y ayarines (Pseudotsuga menziesii) agarraban las laderas. Las golondrinas aún no habían llegado mientras pusimos las cajas nido sobre los últimos postes en esa serie de diez, en una cresta rocosa arriba del río.
Pero mientras miramos sobre las aguas de verde grisáceo del Río Misuri y el amargo olor herbario de la artemisa (Artemisia tridentata) flotaba por la mañana gris y neblinosa, parecía el tipo de lugar donde las golondrinas bicolores pudieran asentarse.
“Tengo un buen presentimiento sobre estas cajas,” dijo Tricia Rodríguez, la Gerente de Proyectos de UMBEL.
Golondrinas bicolores y declives de población
Las golondrinas bicolores son aves reproductivas familiares a través de una gran parte de Norteamérica, tanto en casa en el calor intenso del verano en medio de California como en un julio más templado en Maine. Volando rápidamente por el aire, destellando sus espaldas azules lustrosas, tuercen y giran mientras cazan los insectos aéreos en pleno vuelo. Sin embargo, aunque son comunes y ampliamente distribuidas, sus números han estado en declive. Análisis de los datos del proyecto de Monitoreo de Aves Reproductivas (Breeding Bird Survey, en inglés) desde mediados de los 1960 indican declives especialmente notables en las partes norteñas y orientales de la distribución reproductiva.
Por el Río Misuri en Montana, observaciones más locales de las aves reproductivas también han mostrado declives preocupantes en las golondrinas bicolores. Un proyecto de monitoreo sistemático de aves cantoras desde 2004 hasta 2021, también financiado por NorthWestern Energy y manejado por Anna Noson, una investigadora con UMBEL, indican una pérdida de aproximadamente el 25% de las golondrinas bicolores que anidan por el río—una tendencia alarmante a la baja.
Álamos cruciales
¿Por qué? Aunque las causas exactas siguen siendo desconocidas, es probable que cambios en el hábitat por el río hayan tenido un papel. Los álamos (Populus spp.) por las orillas—que aportan cavidades de anidación para las golondrinas bicolores además de un hábitat crucial para muchas aves más—también están en declive. Dos tercios de los parches de álamos en esta área del Río Misuri tienen por lo menos 50 años.
Los álamos son árboles que no suelen vivir muchos años. Por el Río Misuri, están envejeciendo, y relativamente pocos jóvenes han podido establecerse. Las presas han limitado las inundaciones que antes proveían a los alamocitos de un semillero donde crecer. Mientras tanto, casas y granjas han traspasado al terreno inundable una vez impredecible del río. Es un conjunto de cambios que parecen estar impactando a muchas de las aves del río, que dependen de estos árboles importantes para aportarles alimento (piensa en los insectos), abrigo y sitios para anidar.
Las cajas nido no pueden reemplazar los árboles ausentes. A diferencia de los álamos, los postes de metal y tablas de tuya no acogen las orugas que los chipes amarillos (Setophaga petechia) y varias otras aves consumen, por ejemplo. Pero por complementar las cavidades típicamente presentes en los álamos maduros, las cajas nido sí pueden ayudar a abordar la pérdida de las golondrinas bicolores. Es por eso que es especialmente emocionante ver a las golondrinas investigando las cajas por Holter Dam tan pronto, sólo minutos después de que las hemos puesto.
Las golondrinas bicolores como centinelas
“Me fascina tanto qué tan rápidamente estas aves entraron en esas cajas,” dice Bridger Creel, que trabaja para UMBEL y está estudiando su doctorado. Su trabajo se enfoca en las aves cantoras y los contaminantes metálicos más al oeste, sobre una sierra, por el Río Clark Fork. [edit: 9:30]
Investigaciones de las golondrinas bicolores como ésta no sólo están proveyendo a un insectívoro en declive de hábitat. Acá y por otras partes, también pueden enseñarnos lecciones importantes sobre el ambiente circundante. Durante la estación reproductiva, las golondrinas bicolores suelen forrajear cerca de sus nidos, típicamente dentro de 500 metros. Su dieta local—compuesta de insectos aéreos como jejenes, cachipollas y libélulas—significa que las golondrinas bicolores pueden ser centinelas por la salud del paisaje. Si las golondrinas están prosperando y produciendo nidadas grandes y sanas, pues es probable que la red alimenticia de la que dependen esté prosperando también.
Además, por tomar pequeñas muestras de sangre mientras que estén poniéndoles anillos a las golondrinas, los investigadores pueden vigilar por la presencia de toxinas ambientales que pudieran pasar desapercibidas—evitando sorpresas feas e inesperadas que pudieran arriesgar la salud de la vida silvestre y de la gente. Por la salud de nuestros ríos, las golondrinas bicolores son como los canarios en la mina. Pero a diferencia del dicho trillado del canario en su jaula, las golondrinas bicolores viven libres y ligeras, girando y planeando por el aire en una carrera rápida por insectos que ningún humano puede igualar.
Cajas nido, golondrinas bicolores y álamos en declive
Nuestra última parada del día está por una ladera cubierta en zumaque (Rhus trilobata), pasto espiguilla (Bromus tectorum) y lupinus (Lupinus spp.) que mira hacia el oeste sobre el embalse que represa Holter Dam. Unos rascadores moteados (Pipilo maculatus) maúllan mientras instalamos 10 cajas nido más. Nos detenemos para recoger las latas de cervezas y botellas de agua descartadas que salpican la ladera. Miramos por arriba y vemos un gavilán pecho canela (Accipiter striatus) que está dando vueltas por el cielo. En el embalse por abajo, un colimbo común (Gavia immer) se zambulle más allá de un parche escaso de álamos que están envejeciendo. Los árboles están apretados entre un campamento y el embalse.
El dilema de los álamos queda: un hábitat en declive que mantiene una diversidad extraordinaria pero vulnerable de aves a lo largo del occidente árido de Norteamérica. Pero hoy, tengo esperanza. Esta mañana, instalamos 30 cajas nido cerca del río, dándoles hogares a las aves que anidan en cavidades donde ningunos hogares existían antes. Y en los años que vienen, este equipo de biólogos va a estar vigilando estas aves, aprendiendo lo que estas centinelas del río tienen que enseñarnos.
Mientras subimos a la camioneta y empezamos a irnos, veo que una golondrina bicolor está dando vueltas sobre la ladera, donde una nueva caja nido mira hacia el río represado. Espero que vaya a quedarse por el verano, que vaya a prosperar.
Una actualización: las golondrinas bicolores en 2023
Ya saltemos un año, hacia la primavera de 2024. Otra vez las golondrinas bicolores han regresado a Montana, y otra temporada reproductiva está a punto de iniciarse. En mayo y junio del año pasado, el equipo de investigadores instaló 100 cajas nido cerca del Río Misuri, agrupadas en sitios con 10 cajas cada uno. Y aunque se instalaron las cajas relativamente tarde, cuando la estación reproductiva ya había comenzado, sin embargo había aves que usaron 29 de ellas.
En algunos sitios, la respuesta de las aves era especialmente impresionante—y no sólo eran las golondrinas bicolores. En el primer sitio que visité con los investigadores, donde martilleamos los postes de metal en una ladera rocosa con artemisa, las golondrinas bicolores usaron dos cajas nido y las golondrinas verdemar (Tachycineta thalassina) usaron dos más. Por Holter Dam, donde miramos a las aves investigar las cajas dentro de unos minutos, había puras golondrinas bicolores. Hasta en ese primer año, ocuparon seis de las diez cajas. Después de que los seis polluelos en uno de los nidos echaron plumas, los adultos volvieron a anidar y pusieron cinco huevos más en la misma caja nido.
Mientras tanto, por la ladera seca arriba del embalse, donde los rascadores moteados maullaban, la comunidad de las cajas nido era una mezcla de golondrinas bicolores y saltaparedes comunes (Troglodytes aedon). Extraordinariamente, entre las dos especies, construyeron nidos en nueve de las diez cajas.
Las golondrinas bicolores en los años que vienen
En el informe sobre la estación de 2023 que los investigadores me compartieron, escribieron: “Las relativamente inmediatas tasas altas de ocupación en algunos sitios por el Upper Missouri River sorprendieron hasta a nuestros ecólogos aviarios más experimentados… prevemos un aumento en la tasa de ocupación en el 2024.”
Vuelvo el 20 de mayo de 2024 a checar las cajas nido aguas abajo de Holter Dam. Pauso bajo los cables de electricidad y observo una pareja de golondrinas bicolores que parecen haber tomado posesión del Nido No. 32. Los dos están perchados encima de la caja, vocalizando frecuentemente sobre el zumbido de la presa. Dentro de unos minutos, los veo copular cinco veces. Cuando otra hembra empieza a dar vueltas cerca, claramente interesada en su caja nido, intensifican sus píos. La hembra que está defendiendo el nido vuela a la entrada, protegiéndola de la usurpadora aspirante.
Cada caja nido a la vista tiene por lo menos dos golondrinas perchadas sobre ella o cerca. Una nube de cinco golondrinas están volando sobre el Nido No. 31, metidas en una discusión inconclusa sobre quién va a poder anidar aquí. Mientras tanto, por el Nido No. 35, otra pareja está perchada amigablemente juntos. Si cierras los ojos y escuchas, puedes encontrar música aquí: un coro de píos líquidos, un ajetreo de actividad que no existía hasta la pasada primavera. La pareja por el Nido No. 32 sigue llamando. En mis oídos, suena como si están diciendo “gracias.”
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Más aguas abajo por el Río Misuri, entre Fort Benton y Judith Landing, un proyecto dirigido por Friends of the Missouri Breaks Monument ha estado intentando mitigar los declives de los álamos por plantar álamos jóvenes (Populus deltoides). Puedes leer un informe de 2019 sobre ese proyecto aquí.