
Es una mañana fresca con niebla por los Ross Creek Cedars, un remanente de bosque antiguo en la región lluviosa al noroeste de Montana, E.U. Un chipe de Townsend (Setophaga townsendi) está cantando desde las copas de los árboles; en la distancia un mirlo cinchado (Ixoreus naevius) emite su silbido fantástico. La humedad que se acumulaba en el dosel durante la lluvia torrencial de anoche gotea hacia el suelo. Las gotas salpican las hojas del helecho (Athyrium filix-femina) y del hilo dorado (Coptis occidentalis) antes de ser absorbidas por una cobija aromática de las hojas caídas de la tuya gigante (Thuja plicata).

La mañana está relativamente calma. Los cantos de las aves están atenuados después de la tormenta. “Qué aburrido, no hay nada para ver aquí,” dirían algunas personas. Pero te invito a permanecer aquí, a escuchar y reflexionar. El bosque está haciendo una pausa, parece—una pausa para respirar. Y dentro de esta calma, cada llamada de cada ave, cada gota de lluvia y cada movimiento está magnificado, tan aparente como una onda en un charco quieto.

La quietad en el bosque de tuyas gigantes
Esta historia se trata de la quietad. Se trata de darnos cuenta de lo que las criaturas alrededor de nosotros nos pueden mostrar si nos mantenemos quietos y lentos, si dejamos que los sonidos y los ritmos del bosque se filtren por nosotros. Básicamente, es una invitación a quedar quieto en la naturaleza. Aquí vamos a abrir un espacio donde el bosque podrá hablar. Si gustas, cierra los ojos mientras escuchas. Deja que estos sonidos te llevan a un bosque lluvioso de tuya gigante cerca de un riachuelo en las montañas.

Las plantas y los sonidos del bosque
El suelo forestal está lleno con los matices de verde pálido de todas las hojas emergentes: de helechos, del arbusto espinoso que se llama Oplopanax horridus, de la hierba delicada Streptopus amplexifolius. El hilo dorado es perennifolio, así que sus hojas ya están a su tamaño maduro. Las hojas crecientes de la Aralia nudicaulis tienen arrugas y son de color borgoña.


El riachuelo hace un ruido constante en el fondo. Las gotas de lluvia siguen cayendo desde el dosel hasta el suelo forestal.
El aire está húmedo y quieto. Me doy cuenta del aroma sutil pero complejo de las hojas caídas en descomposición.
El cielo está clareando. El sol brilla brevemente a través de la capa gris de nubes bajas. Unas pirangas capucha roja (Piranga ludoviciana) están cantando, sonando como mirlos roncos por el dosel.
Sólo he estado sentado unos minutos cuando una serie de llamadas cortas e insistentes irrumpe desde el sotobosque. Reconozco estas llamadas: es un saltapared cholino del oeste (Troglodytes pacificus). Pero cuando ubico el saltapared revoloteando entre los helechos y unas ramas caídas, inmediatamente discierno algo interesante: esta ave está cargando una hoja en el pico.
Las llamadas molestas no duran mucho tiempo. Evidentemente el saltapared decide que no le supongo ningún gran riesgo y vuelve a su trabajo. Una antigua tuya gigante parece tocar el cielo encima de nosotros. El saltapared vuela hasta el tronco y desaparece bajo una pieza suelta de la corteza. ¡Él está construyendo un nido!

El saltapared cholino del oeste
Por decir “él,” estoy haciendo una conjetura, pero una conjetura fundada. Aunque los machos y las hembras del saltapared cholino del oeste parecen idénticos, la construcción del nido es casi completamente una actividad de los machos. Cada macho construye entre uno y varios nidos, generalmente usando rincones al lado de un riachuelo, entre las raíces de un árbol caído o en otro lugar protegido en el sotobosque. Las hembras escogen cuál nido va a usar la pareja para criar sus polluelos. Algunos de los nidos extra pueden ser usados en los próximos años.

Sigo observando el saltapared por un buen rato. Está muy ocupado recolectando hojas, agujas y lo que parece ser parte de una fronda de helecho en un parche dentro de cinco metros del árbol. Por lo general, trabaja en silencio. De vez en cuando logro oír el sonido de sus alas mientras vuela para el nido en forma de taza bien escondido y protegido por la corteza de la tuya. A veces permanece en el nido por un minuto o más, presuntamente acomodando y tejiendo los materiales.

El mundo entre las tuyas gigantes
Finalmente sigo adelante, dejándolo a su construcción. Canta brevemente. Luego resume sus viajes a su hogar tejido con su techo de corteza de tuya, una parte del árbol vivo.
Su canto me hace pensar en el saltapared cholino del oeste que escuché en la parte occidental de Washington en abril de 2023, cuando Rod Crawford me mostró un mundo de arañas y conocí esa red alimenticia del suelo forestal, algo que conecta los saltaparedes, las arañas y las salamandras. Y entonces vuelvo al momento actual, mientras las tuyas respiran, las gotas de lluvia caen, el mirlo cinchado canta y las frondas del helecho siguen desplegándose en silencio.

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Towes, D.P.L. & Irwin, D.E. (2020). Pacific wren (Troglodytes pacificus), versión 1.0. En Birds of the World (A.F. Poole, editor). Cornell Lab of Ornithology, Ithaca, NY. Recuperado de https://birdsoftheworld.org/bow/species/pacwre1/cur/introduction
